Ayuso, sin piedad contra Vox en Madrid: «No les necesito»
No hay muros que valgan en Madrid. Lo que sí hay es una presidenta con mayoría absoluta que no piensa dar oxígeno a su otrora aliado cuando muestra signos de debilidad
Rocío Monasterio: «Pues claro que me quedo en Vox, me echarían de menos»
Madrid
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Iniciar sesiónRocío Monasterio sonríe con desdén cuando se le pregunta por los problemas y la debilidad de su partido en Madrid: todo es un bulo, según la portavoz de Vox, para desviar la atención de lo realmente importante. Pero los hechos están ahí. Las urnas ... quitaron a Vox su poder e influencia en la Comunidad y el Ayuntamiento de la capital, y el goteo de bajas que afecta a todo el partido ha llegado también a esta región, donde el número dos de Monasterio, José Luis Ruiz Bartolomé, abandonó el barco hace dos semanas, solo unos meses después de presentarse a las elecciones junto a su jefa de filas, para incorporarse al sector privado. El siguiente en la lista, el catedrático Pablo Gutiérrez de Cabiedes, uno de los pesos pesados de la candidatura de Vox, ha renunciado a incorporarse al grupo parlamentario en la Asamblea por «motivos laborales», según fuentes del partido. El sustituto de Bartolomé será finalmente Javier Pérez.
En el grupo, comentan fuentes autonómicas, faltan portavoces de peso en áreas clave como la jurídica o la de vivienda. A todo ello se suma la posición interna de Monasterio, postergada en la cúpula del partido que acaba de ser elegida, con Santiago Abascal a la cabeza, en la última asamblea general de Vox. El 'aislamiento' interno de Monasterio es motivo de chascarrillos en los pasillos de la Asamblea de Madrid, aunque la presidenta de Vox en Madrid responde a los rumores sobre una posible salida, desmentidos por ella misma en ABC, con media sonrisa y con nuevos ataques al Gobierno de Sánchez, sin olvidar al de Ayuso.
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No lo tiene sencillo Vox para convencer a propios y extraños de que mantiene su fuerza, su influencia y su espacio intactos en Madrid. Y Ayuso no se lo pone fácil. Mejor dicho, la presidenta no muestra piedad alguna con quien fuera su socio y le hizo la vida imposible en la anterior legislatura, hasta el punto de llegar a bloquear sus principales medidas, incluidos los presupuestos regionales. Al adversario débil, ni agua, se comenta en algunos círculos de la Comunidad.
El mejor ejemplo de esta falta de 'compasión' de Ayuso hacia el otro partido de la derecha regional se vio en el último pleno, cuando la presidenta aplastó sin miramientos a la portavoz de Vox en un rifirrafe parlamentario sobre la inmigración irregular. «Todo lo que hacemos es sin gobernar con ustedes, tenemos un Gobierno libre y por tanto no necesito que nos ponga ningún tipo de deberes. Se lo agradezco muchísimo», advirtió cortante a Monasterio.
Dos caminos
Dejó claro que los caminos del PP y de Vox en esta región van por caminos distintos, que los populares ya no necesitan a los de Abascal y que no tienen intención alguna de ir de la mano en asuntos como el de la inmigración. «En materia de inmigración no voy con usted a ningún lado», soltó Ayuso, después de que Monasterio le tendiera la mano para tomar medidas juntas y para llevar a los inmigrantes irregulares de Alcalá de Henares en autobuses hasta el Palacio de la Moncloa, para que los atienda Sánchez.
Al marcar distancia en un asunto tan sensible como el de la inmigración, Ayuso negó a Monasterio el oxígeno que necesitaba su partido. Si dos semanas antes relacionó la llegada de inmigrantes a Alcalá con una mayor inseguridad e incluso con un brote de sarna, lo que hizo creer a Vox que había asumido sus tesis, ahora fue tajante al defender la integración y el mestizaje en Madrid y al desligar por completo el crimen de la raza y del país de origen.
El punto de encuentro
Contra la amnistía
En cada reunión que mantiene con la presidenta, y en sus intervenciones parlamentarias, la portavoz de Vox tiende la mano a Ayuso para ir «juntas» contra los «enemigos de España» y la amnistía a los golpistas separatistas.
Manifestaciones
Esa 'alianza' contra el sanchismo y la ley de amnistía se ha quedado, de momento, entre las paredes de la Asamblea, con votaciones conjuntas. Pero en la calle es diferente. En la última manifestación convocada por el PP, Monasterio dijo que iría si Ayuso la invitaba de forma pública. La invitación no se produjo.
En las salas de máquinas del Gobierno regional creen que la estrategia de Ayuso de 'machacar' a Vox es la mejor para ir arrinconando a este partido y atraer a su electorado, como ya ocurrió con Ciudadanos. La presidenta cuenta con la simpatía de muchos votantes de Vox, a los que no olvida en muchos de sus mensajes, pero va a por todas contra los dirigentes del partido. «Ni agua», remachan desde dentro de las consejerías. «Es un ejercicio de antropofagia política brutal, Ayuso se está comiendo a Monasterio».
Ni siquiera les 'regala' la autoría de exigir una reducción en el número de diputados en la Asamblea. Al contrario, recuerda quién defendía con más ahínco desde hace años esa medida. «¿Ve al de su derecha? Era de nuestro partido político (en referencia a Henríquez de Luna, antes de pasarse del PP a Vox). Es una propuesta que llega a esta Cámara mucho tiempo antes de que viniera Vox».
En Vox tratan de demostrar que su influencia sigue intacta con un hecho que ven crucial: la reciente reforma de las leyes Trans y LGTBI. Si bien Vox reclamaba su derogación, votó a favor de ambas reformas y se adjudicó su autoría moral. «Es un éxito de Vox», aseguraron.
En esa misma línea, Monasterio ha tratado de llevar la delantera esta legislatura con la bandera de la bajada de impuestos, con una serie de iniciativas, algunas de ellas similares a las que incluyó el PP en su programa, que los populares rechazan sin contemplación para no regalar ningún punto a Vox. Los populares mantienen su agenda y su discurso fiscal, sin mirar a los lados y sin ceder ni un gramo de éxito a su antiguo aliado, en la confianza de la «buena valoración» que Ayuso tiene de los votantes de aquel partido. «Y Vox lo sabe».
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