Las Ventas 2021: desolación de la montera
Los alrededores de La Monumental acogen entre la esperanza y el escepticismo la vuelta de los toros
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Iniciar sesiónLas Ventas, más allá de las polémicas, de la campaña, del Isidro descabellado/descafeinado de Vistalegre, es la estampa de la desolación de la montera . El viento, que se arremolina en el desmonte de la calle de Alcalá, no trae ni reventas, ... ni ese aroma sano a puro que salía otras primaveras de unas manos que quizá arrebató el Covid . Por no haber, no hay ni un preservativo colgando del bosquecillo que da a la plaza por la calle Julio Camba. Julio Camba, nuestro Julio, andaba por encima del bien y del mal, pero en el callejero suyo se pelean carteles de «se traspasa» y otros que anuncian toros en Leganés y en Aranjuez, donde Hemingway y sus fresas. Hay más ambiente, incluso, en el edificio naranja de Ciudadanos, a la vera de la Monumental .
Algunos operarios cuelgan los focos para el Festival del domingo, pero lo que interesa es cómo lo que arrastraban los ‘isidros’ de Ventas ha quedado desvencijado. Otros finales de abriles, la plaza –y sus aledaños– andaría «abarrotada», como en el célebre dicho del Dúo Sacapuntas . En vísperas de la corrida de la Comunidad apenas hay unos niños de uniforme jugando al fútbol . Esta profilaxis de Las Venta s afecta a los servicios dependientes de la lidia: a saber los bares, los puestos de helados y los que vendían parpusas madridís. Como la de Carmen Calvo en el 8-M del 2020, ministra que se dice taurina.
A cien metros de la Puerta de Arrastre , Lidia despacha helados con desesperanza. Echa de menos «la alegría» y «la vida», que se ha ido de cuajo «sin toros» ni «conciertos». Aunque intenta sonreír, la desazón sale de los helados y las bebidas , esperando tiempos mejores que seguro llegarán. Gracias, por lo demás, a los aplicados alumnos del Doctor Fleming , que anda en bronce por la zona y recibiendo un brindis. La liturgia de los ‘isidros’, cuando arreciaban la calor y las tormentas, era la de apretarse un ‘toribiazo’ (rabo de toro en Casa Toribio). Toribio Anta, zamorano de una aldeita sanabresa, atiende a ABC, periódico que de joven mandaba de Madrid a su pueblo. Tal es su devoción.
Toribio, que empezó en el 81 a dar rabos de toros, pese a todo, está satisfecho con el rayo de sol que se abre con el Festival de la Comunidad , «a beneficio de la profesión». Toribio cuenta que desde que abrió tras el confinamiento , se «notaban las ganas de los aficionados». Toribio posa con algo de torero juncal frente a una virgen sevillana o un cuadro de toreros muertos y presume con gallardía de «los rabos que encarga» y los que «despacha». En el confinamiento los vendía para llevar, y suyo es el despacho de los que se lidian en la Monumental, a cuatro pasos. Toribio confiesa con cierto orgullo que se ha abierto al mercado ruso, pues de la Rusia de Putin le encargan «criadillas» de morlaco, que, pese a la fama, tienen buen sabor, las comía Fernando el Católico y Toribio las prepara «con unas gotitas de vinagre».
«Mil euros el rabo»
Alguien le quiso comprar los tres (rabos en español, «colas» en sevillano) que toreó José Tomás en Algeciras , él le puso precio, «mil euros por rabo». Toribio da también en la clave de lo que opinan los hosteleros del rabo y del ramo: la «esperanza en el Festival de Otoño» y que la «vacunación que promete Pedro Sánchez sea verdad». De momento, ya tiene cerrado el cupo del domingo, con permiso del tiempo y de la autoridad, claro. Porque será un día entre fuerte y flojo, como toreaba Paula: fuerte por los clientes, flojo por las restricciones. Pero será un domingo todo lo normal y torero que se pueda.
Cruzando Doctor Belluga, tres rayas de paso de cebra, la taberna El Burladero de Emilio acoge una tertulia improvisada. Emilio, portugués de pose madrileña, despacha bajo una foto historiada de Antonio Bienvenida y conviene en que, «si no en junio, por la calor» hay que «hacer algo». Y ese algo es la Feria de Otoño . Tampoco comprende los ‘isidrillos’ de Vistalegre. La hostelería, pues, que se lo fía todo a que «no se multipliquen los contagios y que los toros vayan siendo algo progresivo». Y en esto que sale Isabel Díaz Ayuso, a la que agradecen que el 2 de mayo haya programado un cartel . Por la calle de Alcalá también aparecen tres furgonetas con un ‘led’ de Ayuso y van entrenando ‘footing’ los torerillos de la escuela taurina . La explanada de la plaza permite la preparación física de sus alumnos. Algunos de ellos llevan los trastos como escondidos: vistos a la distancia pasarían por jóvenes que van o vienen del tenis.
Aldabonazo a «la afición»
En el Patio de Arrastre, vigilado con fruición, brujulean fibrosos aspirantes a gloria. La barra del bar del Patio de Arrastre anda oxidada, después de la pandemia y Filomena . Allí posa a cámara Alejandro García, que, cariacontecido, comparte «su pena» por los «bares taurinos que han cerrado». Pero mantiene la confianza en que la corrida del domingo sirva como un aldabonazo a las conciencias taurinas . O lo que él simplifica, lacónico, como «la afición».
Alejandro posa con medio estoque que le sale, tímido, de la bolsa de los trastos. Pregunta que si sus declaraciones a ABC han sido las «correctas». «Claro que sí, maestro», se le contesta con un eco que estremece.
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