Las primeras rosas de la Rosaleda del Retiro vuelan cada año hasta México

Lo explica un libro editado por la Organización de Estados Iberoamericanos y la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas, que recoge las ligazones que unen el parque con las lejanas tierras americanas. Como la presencia del mítico ahuehuete , que se dice el más antiguo de Madrid, plantado hacia 1632 y, según algunos autores, quizá descendiente del árbol bajo el que Hernán Cortés pasó la 'Noche triste' , tras su derrota frente al ejército mexicano a las afueras de Tenochtitlán, el 30 de junio de 1520.

Para otros, su procedencia es distinta: sería un vástago del árbol del Tule, en Oaxaca (México), un ejemplar con más de 2.000 años. Hasta cuenta la leyenda que los franceses que ocuparon Madrid en 1808 utilizaron sus ramas como soporte de los cañones, algo que parece descartar su orientación.

En origen, el parque de El Retiro era más grande: en el plano de Texeira (de 1656), se ve el olivar de Atocha -alrededor de la Basílica del mismo nombre- lindando con la cerca del Retiro. La Basílica en sí tiene un hilo que la une con Hispanoamérica: a través de fray Bartolomé de las Casas , que se alojó allí porque era el único convento de dominicos en Madrid. Y murió en ese lugar en julio de 1566.

Pero volvamos a la Rosaleda y a sus primera rosas: la instalación está hermanada con Ciudad de México desde 1954, según recoge el libro de las 'Rutas artísticas, botánicas e Históricas de Iberoamérica en Madrid', dedicado al Retiro. Cuentan en él que el que era entonces alcalde de Madrid, José María Finat , llegó al aeropuerto de la capital mexicana pero no disponía de la cuantía de dinero necesaria para ingresar en el país. La Fraternidad Iberoamericana en México se enteró y le echó un cable. Finat fue a la Basílica de Guadalupe a dar las gracias y le hizo una promesa a la Virgen : que las primeras rosas del parque de El Retiro de cada año serían para ella. Así ocurre desde entonces, cada mes de junio, y desde allí vuelven a Madrid orquídeas del santuario guadalupeño.

Como curiosidad, merece destacarse que el monumento a Alfonso XII, que tan bien luce a la orilla del estanque de El Retiro, ha inspirado a muchas otras obras en países de Hispanoamérica, como el monumento al general Mitre de Buenos Aires, el del coronel Bolognesi en Lima, o el dedicado a Bruno Zabala, fundador de Montevideo.

El parque madrileño tiene una Puerta de la América Española —la que da acceso a la avenida de Menéndez y Pelayo—, que se abrió en tiempos de la II República a petición del vecindario para mejorar el acceso al parque.

Como último vínculo, junto al ahuehuete existen en El Retiro otros árboles de origen americano: los magnolios, el roble de los pantanos que está junto al bosque de los Recuerdos, la acacia de tres espinas, la araucaria, una secuoya gigante del norte de California, naranjos de los osages y cipreses de los pantanos (ambos de Luisiana), el ciprés de Monterrey (del sur de California), el liquidambar de México y Guatemala, y el huingan de Chile y Argentina, la tierra del pueblo mapuche. Viejas conocidas de los madrileños tienen también su origen en América: como la arizónica o el árbol de Robinia, que aquí conocemos como 'pan y quesillo', y que llegó de Boston.