Primer día de la EvAU en Madrid: nervios, calor y el aire acondicionado que no funciona

Ha amanecido tan temprano que el sol daba en las caras relajadas y hasta bien dormidas de David y de Carlota . Ambos habían planificado al milímetro el bregar del estudio, y su negocio con la memoria (el lunes, ayer, los de Ciencias se examinaban de las troncales de Letras) los ha tenido con alerta mañanera. Bien es verdad que, aunque ya no son tiempos eminentemente distópicos, David explicaba que «hay un examen A y uno B», pero que «se pueden elegir preguntas de una u otra opción». Lo contaba con mucho movimiento de manos, didáctico, faltaba una hora para el examen y, más que repasar, miraba al vacío y daba con su método y su fórmula de éxito: «La constancia, pero la constancia dos semanas antes, que si se aprieta con mucha antelación, todo se olvida». David quiere entrar en Ingeniería del Software, y el lunes subían el Tourmalet: Lengua y Literatura, Historia e Inglés (o Francés). Y que argumentase David lo de las capacidades retentivas, todo un aspirante a Ingeniero de Software, revelaba una lección. Una lección al césped de 'la Complu' y su corrillo.

Con todo, había alegría del reencuentro, de las semanas del moreno de flexo . Carlota, sistemática, entraba al aula de Derecho con la suficiencia de haber pilotado el examen en virtual en clase todo un año escolar; sabía que para Medicina no le iba «a dar la nota», pero sabía también que ha contratado «un viaje sorpresa por Europa». Sólo por eso, llevaba una sonrisa que destensaba. Como la de Rodrigo, que había pasado las pruebas y la entrevista previa de una universidad norteamericana, en Florida, y él, próximo ingeniero espacial, se había acercado a la EvAU como una curiosidad. Por si en Estados Unidos vienen las cosas mal dadas.

Los jardines de la Ciudad Universitaria eran esta mañana un muestrario de buenos deseos. Aunque después del examen de Historia hubo quien ha llorado, quien no se esperaba que repitieran el análisis de la entrada de España en la Comunidad Económica Europa. Incardinar de nuevo la entrada patria en Europa, un año más, era el tema, la comidilla del día. «Fijo que por lo que está pasando en Ucrania», sentenciaba Ignacio con su bocadillo en papel de plata.

En Lengua, el común iba obviando el texto de Sergio del Molino y se fue a analizar y a argumentar una columna de 'La Vanguardia' sobre contaminación: siendo ayer el día de los de Ciencias, les tocaba la contaminación más a mano que el escrito Del Molino sobre los 'no lugares', un fragmento de su libro 'Lugares fuera de sitio'. Todos coincidían, también, en responder una pregunta teórica sobre el Modernismo y el 98 y la mente analítica, pongamos la de Ana, optaba por la semántica y la morfología que son dos potencias del alma que, en el argumentar de los alumnos, «se podían resolver rápido y sin tener que escribir mucho».

La Selectividad tiene estas cosas: que un ingeniero espacial teorice sobre los botines de piqué de Valle y la prosa pulcra de Azorín . Todo esto a contrarreloj. Únase a quien por prurito estudiaba las «cuatro líneas» sobre Almudena Grandes que se dieron en fotocopias y con las que los profesores de Lengua y Literatura quisieron curarse en salud. De hecho, se daba casi por seguro alguna cuestión mínima sobre la escritora madrileña.

Historia ha sido otra historia. Y sí, haciendo caso al alumnado ha habido drama. Nadie ha estudiado cómo España se hizo Europa y algún futuro se pudo frustrar, hasta una nueva oportunidad. Repitieron los examinadores esa etapa reciente en la prueba, y casi todos los estudiantes fueron a analizar los resultados de las primeras elecciones en democracia, que entre conversaciones diversas se ve que algo les sonaba. 'La Carga de los mamelucos' de Goya en blanco y negro incitaba a escribir a algunos, los menos, como fuente pictórica del pasado.

Hubo quien se quejaba del frío en alguna facultad, pero quien más del calor, de la tinta corrida y de que el papel se pegaba «a las manos» por el sudor mixturado con adrenalina. En la Facultad de Derecho, en pleno examen, hasta ha entrado un pájaro que según María se ha desmayado por la canícula.

Han sido muchísimos madrileños han pasado por la etapa más difícil de este trance la Selectividad, que siempre queda en el morral de la memoria. Con la simpatía de que tanto agobio acabó no sirviendo para nada. Se les abandonó en la prueba de Lengua Extranjera, en la cual quien más quien menos llevaba sus rudimentos para el éxito. En Inglés, de entrada, los textos versaban sobre la búsqueda de trabajo y el impacto ambiental de la industria de la moda.

Ha sido la primera Selectividad (EvAU) con más o menos normalidad y más sonrisas que lágrimas. Más de 38.220 jóvenes se juegan su futuro, de hoy hasta el viernes.