Noelia de Mingo «sufrió un acontecimiento reciente» que provocó el brote psicótico, creen los especialistas

Lo hizo aprovechando que su madre y tutora había ido al médico a curarse las heridas tras caerse unos días antes, cuando llovía, al bajar la basura. Ayer, la titular del juzgado de Instrucción número 2 de Alcobendas, en funciones de guardia, ordenó su ingreso en el módulo de Psiquiatría de la cárcel de Madrid VII (Estremera). Ahora será la Audiencia Provincial la que decida si la devuelve a Fontcalent (Alicante), de donde salió en octubre de 2017 tras considerar sus especialistas que podía rehacer su vida con supervisión.

Apenas pasó internada 14 del máximo de 25 años que le impusieron por sentencia en 2006. Se había matriculado en la UNED; aprendió inglés, portugués y valenciano; quería ser traductora; escribió relatos, e hizo el Camino de Santiago , exponía entonces la comisión médica (psiquiatra, psicólogo y trabajador social) de Fontcalent. Concluyeron que la esquizofrenia paranoide, que no se cura, estaba «en remisión» y que, tras varios permisos con su familia de 15, 30 y 90 días, era apta para hacer vida normal.

Las fuentes consultadas por ABC indican que Noelia de Mingo pasaba un control en el Infanta Sofía cada quince días. Y cada cuatro semanas, también allí, se le inoculaba la medicación. ¿Qué ha ocurrido entonces? «Ha debido de sufrir una descompensación, a causa de un acontecimiento o de un cúmulo de acontecimientos en su entorno. La medicina no es una ciencia exacta, aunque cumpliera el tratamiento. En un mes pueden ocurrir muchas cosas. Y 15 días son una eternidad en estos casos. La esquizofrenia no espera» , indican.

El doctor José Cabrera, psiquiatra clínico y forense , explica a ABC que «el caso de Noelia es simplemente excepcional; trágico sí, pero excepcional». Apunta, entre otras posibilidades, a un posible efecto de la pandemia y al aislamiento por el confinamiento: «En esta enfermedad no son previsibles los brotes, porque los pacientes ocultan sus sentimientos y pensamientos; por lo tanto, es imposible de prever, forma parte de la inseguridad de la vida misma».

La enferma, para evitar que no se tomara la medicación diaria en pastilla, recibía cada cuatro semanas una inyección con el suero antipsicótico. La última fue el 17 de agosto, tal y como reza en el informe al respecto fechado por el psiquiatra del hospital Infanta Sofía de San Sebastián de los Reyes: «No presenta descompensación psicótica. Esquizofrenia paranoidea en remisión. Ha acudido puntual a la administración de la medicación. Evoluciona favorablemente, no hay brote psicótico».

También se decretó un seguimiento por parte de su familia (vivía con su madre, de 81 años) y otro trimestral por los facultativos del Servicio de Especialidades de Psiquiatría Forense. Estos redactaron el 2 de julio su último informe: «Padece una enfermedad grave de curso crónico de la que en la actualidad no presenta sintomatología psicótica activa». En aquel momento, la última inyección se la había puesto el 22 de junio, y aportó el justificante. La emplazaron para una nueva valoración en tres meses. También recalcaban que «la paciente acude con actitud abordable y colaboradora, consciente de su patología, sin alteraciones delirantes».

Ayer, la evaluación posterior a la agresión del lunes y previa a la visita de la juez concluyó que estaba «orientada y apesadumbrada» y que «no padece una descompensación psicótica, si bien requiere la necesidad de un estudio posterior» . Se negó a declarar.

La magistrada ha trasladado las actuaciones a la Sección 16ª de la Audiencia Provincial (que fue la que decidió dejarla en libertad en 2017), para que decida si la devuelve a Fontcalent. Antes, deberá remitir a las partes la documentación (Fiscalía, defensa, acusaciones...) y esperar a que se pronuncien. La decisión puede tardar un mes. Pilar y Virginia, las dos mujeres heridas, se recuperan favorablemente.