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«Nadie se recupera de enterrar a una hija»

Todos recordamos aquel día. Los medios de comunicación iban vomitando balances de víctimas cada vez mayores y más difíciles de creer. Fue una mañana en la que Madrid se convirtió en capital mundial del dolor. Pero hay quienes reviven aquello todos los días, casi a ... cada instante, quienes viven desde aquel día con una mano invisible que les atenaza el pecho. Son gente como Ángeles Pedraza. Su hija Míriam viajaba en uno de esos trenes. Tenía 25 años y hacía poco que se había casado. Como todas las mañanas se subió al tren en la estación de Asamblea-Entrevías para acudir a la gestoría en la que trabajaba. Fue su último viaje. Desde entonces Ángeles no ha vuelto a ser la misma. Igual que los vagones en los que viajaba su hija, su vida quedó hecho trizas. «De eso no te recuperas. Yo lo había escuchado muchas veces, pero puedo asegurar que es cierto: no se supera enterrar a un hijo». Aquel día Madrid se pareció más a Grzony, Beirut o Bagdad que a cualquier capital occidental al uso. Se trató de una masacre sin precedentes. El mayor atentado terrorista de la historia de Europa.192 muertos. Casi 2.000 heridos. Aquella noticia conmovió al mundo entero y quedará para los manuales como una de las páginas más sangrientas y atroces de la historia de España. y como paradigma del poder destructivo de los terroristas.

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