LOS OTROS MADRID

Una embajada en Asia Central

La existencia en la república de Uzbekistán de un Madrid que constituye un barrio de la mítica Samarcanda tiene que ver con el embajador madrileño Ruy González de Clavijo

Una embajada en Asia Central ABC

MANUEL LUCENA GIRALDO

Que los madrileños son gente de carácter resulta tan indiscutible como que el célebre cocido típico con garbanzos y manitas de cerdo es plato más propio de invierno que de verano. Alguno habrá que por llevar la contraria lo consuma en plena canícula y sude ... la gota gorda, pero hacerse el original sin reparar en las consecuencias también es una característica local.

Vinculado a este rasgo de exaltación de la personalidad bizarra o extravagante se halla otro elemento muy madrileño, la abundancia de personajes insólitos. La existencia en la república de Uzbekistán y en plena Asia central de un Madrid que constituye un barrio de la mítica Samarcanda tiene que ver con uno de estos madrileños asombrosos, el embajador Ruy González de Clavijo.

Hace más de seis siglos, en 1402, el rey de Castilla Enrique III mandó una embajada al sultán otomano Bayaceto, pero como llegaron al mismo tiempo que los mongoles mandados por el fiero Tamerlán y estos liquidaron al sultán, los castellanos decidieron que lo prudente era rendirle pleitesía. Se hicieron muy amigos, de modo que Tamerlán mandó otra embajada a Castilla con diversos presentes, materiales y humanos, pues incluyó tres o cuatro esclavas del difunto Bayaceto.

El monarca despachó al madrileño de la plaza de la paja Ruy González de Clavijo a darle las gracias, lo que logró en efecto tras tres años de viaje y doce mil kilómetros recorridos, si contamos la ida y el regreso. Samarcanda era un emporio de la ruta de la seda y los peligros que pasó en su misión González de Clavijo quedaron reflejados en un fabuloso libro de viajes, que no tiene nada que envidiar al de Marco Polo, aunque este fue mucho más fantasioso.

Feliz con la amistad castellana y encantado con Clavijo, Tamerlán decidió fundar una ciudad para celebrarlo y así nació este Madrid asiático (pronúnciese «Motrudi»), integrado con el paso del tiempo en Samarcanda.

Urbe mítica y patrimonio de la humanidad desde 2001, está situada a 39˚ 39' 15'' de latitud norte y 66˚ 57' 35'' de longitud este. Aunque cuenta con más de 300.000 habitantes, el barrio de Madrid tiene poco más de tres mil. El clima es extremo, con inviernos heladores y veranos tórridos, pero escasas precipitaciones. La gastronomía tiene como plato fundamental —no podía ser de otro modo— la versión uzbeka del cocido, que lleva además de arroz, carne, cebollas, zanahorias, pasas y garbanzos. Los madrileños uzbecos compiten entre sí por cocinar el mejor del barrio.

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