La delincuencia en tiempos de Covid
El toque de queda altera la «campaña de Navidad» de las mafias del robo
Famosos butroneros invierten en el tráfico de hachís y marihuana, mientras que los asaltos a comercios bajan, a manos de jóvenes inexpertos
«Noviembre es el mes en que comienza la campaña de Navidad para los delincuentes. El año pasado, por estas fechas, no parábamos de recibir avisos de todo tipo de asaltos. Ahora, apenas hay grandes cosas y lo que se producen son robos ... en bares y cosas por el estilo, y a manos de niñatos que apenas tienen experiencia». Esta es la descripción, breve pero concisa, que hace un «patrullero» de la extraña situación en la que se encuentra Madrid en las últimas semanas. Ya ocurrió durante el confinamiento total de primavera, pero los delincuentes están viviendo de distinta manera (según el «rango» que ocupen en la escala criminal del robo) el toque de queda decretado por las noches: unos se están reinventando en el negocio de lo ilícito; otros están echando los dientes en el lumpen; y los hay que siguen en la brecha, pese a todo «y gracias a la bondad del sistema judicial español», como precisan fuentes policiales.
Este último caso es el de Gregorio Sánchez, alias «El Goyito», quien fue arrestado por enésima vez hace apenas unos días y que ya está de nuevo en la calle. Es de los pocos aluniceros que sigue adelante con sus asaltos, sobre todo por el método del alunizaje, y pese a sus sesenta reseñas policiales no volvió a pisar la cárcel tras su última detención. Su banda es la que estaba detrás, entre otros, de los asaltos al centro comercial de Vicálvaro de los que ABC dio cuenta cuando ocurrieron. Además, uno de sus compinches, el Gordo Maya, también es el supuesto autor de un acuchillamiento que poco faltó que le costara la vida a su víctima.
En un escalafón superior al del Goyito están los capos del butrón, que empezaron como el de Villa de Vallecas. Normalmente a la carta, actuaban en joyerías (con botines millonarios), asaltos a camiones con cargas de todo tipo o incluso almacenes de droga. Ahora, algunos de ellos se han tenido que «reciclar» y se dedican a financiar negocios de marihuana y hachís. «Los hay muy conocidos que andan en ello, porque pegan algún robo de vez en cuando. Ponen el dinero, compran y venden, pero nunca tocan un paquete. No se quieren manchar para nada. Ya hay muchos españoles que manejan el cotarro, no es solo cosa de magrebíes. Están diversificando sus actividades delictivas y ponen la ‘pasta’ que sacan de los asaltos», explica un experto policía en estas lides.
Bares y telefonía móvil
En la calle andan sueltos gente como El Troll, El Taca, El Piojo y otros tantos que, por estas fechas, estarían llenándose los bolsillos si no fuera por la vigilancia policial constante que hay por las calles. «No está habiendo mucha cosa destacable. Incluso ha bajado la incidencia en los robos en tiendas de telefonía móvil. Lo que estaban haciendo los aluniceros era irse a otras provincias, aunque sean de Madrid, pero ahora es que no pueden ni viajar. Apenas hay un alma por la calle», explica otra fuente.
Los que sí existen son los «palos» en bares, donde grupos pequeños revientan las cajas registradoras y las máquinas tragaperras. Buscan dinero en efectivo: «De joyerías, de hecho, apenas están entrando asaltos; hace poco hubo alguno en Torrejón de Ardoz, pero nada como lo que había antes». Insisten en que «se ha notado la disminución» de estos delitos: «Ahora pillamos a chavales de 25 o 30 años, españoles o marroquíes nacionalizados, sobre todo de Usera, Orcasitas y Villaverde. Y algunos atracos a gasolineras, casi siempre a manos de toxicómanos, porque estos no pueden aguantar debido a su dependencia. Pero nada de robos de temporada, como los camiones de jamones o perfumerías, que es de lo que más se da en esta época. Si ya con la primera ola de la pandemia bajó la delincuencia, ahora mucho más».
La última estadística oficial del Ministerio del Interior, correspondiente al trimestre abril-junio de este año, ya apuntaba una bajada del 35,9% en los robos con fuerza en establecimientos y domicilios (un 44,3% si se tienen en cuenta solo estos últimos).
Con todo, aún queda una especialidad delictiva que aguanta los estragos del Covid. Se trata de los robos con fuerza en vehículos, sean estos a la carta, como el ocurrido a principios de mes en un garaje de Leganés (los ladrones solo robaron los volantes de las marcas BMW y Mercedes); o directamente, al pillaje, con especial incidencia en zonas de Ciudad Lineal o San Blas-Canillejas, entre otros distritos. El toque de queda ha provocado que los amigos de lo ajeno deban «trabajar» más escondidos. Ahora, delinquir de noche, se ha complicado por partida doble.
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