Del búnker del Retiro a los fortines de Ifema: viaje a las entrañas de la Guerra Civil en Madrid

Los muros de los nidos de ametralladoras de Mata Espesa fueron erigidos con el doble de espesor -un metro frente a los 50 centímetros habituales- para resistir a la dureza del frente de Madrid. Este hecho convirtió en un hito el traslado con una grúa hidráulica cada pieza hasta su ubicación actual, junto a la glorieta Pascual Bravo, al límite de la parcela donde se construyen ahora los nuevos pabellones de la Feria de Madrid .

Protegidos por Patrimonio Histórico y catalogados como Bien de Interés Patrimonial (BIP) en la categoría de yacimiento arqueológico, está por determinar si será Ifema quien se responsabilizará de su conservación y mantenimiento, además de su difusión o si, por el contrario, se optará por separar la parcela para adscribirla al distrito de Hortaleza o al Área de Cultura, Turismo y Deporte.

Aunque este extremo aún no se ha decidido, el director general de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Madrid, Luis Lafuente, aseguró ayer en la comisión del ramo que, independientemente de qué administración se ocupe de su custodia, su visita guiada al interior estará garantizada y será incluida dentro del programa de ‘Pasea Madrid’ y ‘Madrid otra mirada’ del año que viene.

Finalizado en 1938 y con capacidad para albergar a 275 personas, el refugio del Retiro fue horadado en paralelo a la calle de Menéndez Pelayo . Estaba diseñado para la defensa de la población civil ante los bombardeos, por eso carecía de armamento con el que atacar a los enemigos y sus accesos estaban ocultos a simple vista. A él solo se puede acceder todavía por tres entradas, dos desde el propio parque a través de unas trampillas metálicas y por otro hueco ya en la calle.

Los pasillos, de 1,10 a 1,15 metros de ancho y de 1,60 a 2,48 metros de alto, eran rectos, aunque cada 25 metros se quebraban en un ángulo de noventa grados. Esta forma de las galerías se dispuso para evitar que las ondas expansivas llegasen a más gente en caso de que derribaran parte del subterráneo.

Tras la contienda, en la que, por fortuna, no fue dañado, el refugio permaneció cerrado durante más de tres décadas. Debido a que sus muros estaban intactos y su acceso se mantenía en buen estado, llegó a ser utilizado en la posguerra para el cultivo del champiñón por sus condiciones de poca luz y humedad.

En los próximos meses, el Ayuntamiento va a redactar un plan de evacuación y de medidas de seguridad contra incendios que recogerá el aforo máximo de visitas que podrá tener este espacio. En él se indicará por dónde podrán circular los visitantes y los instrumentos de seguridad necesarios para poder desarrollar esta actividad.

Este informe se encargará después de este verano con el objetivo de que, también en 2022, este refugio enclavado en el parque pueda ser incluido en el programa municipal de visitas guiadas.