Las amenazas de muerte de Lupin a sus testaferros: «Me habéis robado. Juro que acabaré con vosotros»
El delincuente pagó operaciones de aumento de pecho a una novia y la UCO sospecha que hay 10.000 víctimas
Jordi Arias, el mayor ciberestafador de España, ha vuelto a prisión tras ser detenido en una discoteca de Madrid
La última juerga de Lupin, el frío y millonario rey de la ciberestafa
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Iniciar sesiónTiene un marcado acento, mezcla de asturiano con leonés (nació en Ponferrada pero ha residido en el Principado), como puede apreciarse en las grabaciones que la Unidad Central Operativa (UCO), la élite de la Guardia Civil, le hizo durante el año largo de investigación, hasta ... que dio con él. «Si solo vais a hacer un registro, mal vamos... Son apenas 2.920 euros, no me preocupa tengo más» , espetó, con su chulería de prácticamente postadolescente, Jorge Arias Fernández, entonces con 23 años, conocido entre sus allegados como Jordi, y Lupin (como el personaje de ficción francés) para los investigadores.
Está considerado el mayor ciberestafador de España. Y, como se ha venido informando, fue detenido el sábado al cierre de la discoteca Shoko, donde la Policía Nacional le cazó gracias al chivatazo de un cliente del local que le reconoció tras verlo en un episodio de ‘Equipo de investigación’.
El domingo regresó a la cárcel , tras acumular dos condenas de dos años cada una por falsificación de divisas (con apenas 18 años ‘colocaba’ billetes falsos de 50 y 100 euros en comercios de León) y estafar 7.000 euros a una excompañera de piso en su ciudad natal. De las ocho requisitorias judiciales, por causas abiertas y no personación a firmar en los juzgados, una era, además, de busca e ingreso inmediato en prisión, del juzgado de lo Penal número 1 de Ponferrada, con fecha de julio de 2021.
Vídeos de sicarios
Este sujeto tejió una red de más de 40 testaferros a los que pagaba migajas de entre 50 y 250 euros por poner a sus nombres las cuentas bancarias. Aellas transfería los millones de euros que estafó a sus víctimas (la UCO calcula que más de 10.000) mediante 30 webs falsas que doblaban a otras reales de venta, sobre todo, de productos de electrónica, a las que redirigían.
Pero llegó un momento en que algunas de estas ‘mulas’, también del lumpen, le ‘levantaron’ miles de euros. La Guardia Civil captó los audios en los que amenazaba a sus díscolos compinches: «Hijo de p..., no sabes dónde te estás metiendo, voy a acabar contigo. A mí nadie me toca los huevos». Y les enviaba vídeos en los que sicarios pegaban palizas a otras personas, advirtiéndoles: «Te van a hacer lo mismo que a este», explican los investigadores, aunque no ha quedado acreditado que ninguno de estos ajustes de cuentas se materializara.
Drogas y un falso guardia
Lupin comenzó a delinquir de muy joven. Hijo de un matrimonio de mercheros (con los que no se habla), ya siendo menor de edad escapó de un centro de reinserción. Con la del domingo, son seis las prisiones que ha pisado, siendo la anterior la de Picassent (Valencia), donde permaneció un año tras acumular la ingente masa de denuncias contra él la Audiencia Nacional. Comenzó a consumir drogas y se sabe que entre rejas siguió con ellas.
A su lado siempre ha tenido a Jairo, un chico de origen latino que era su mano derecha a la hora de colocar el dinero, se sospecha que parte en criptomonedas, aunque este dato tampoco está confirmado. Asimismo, contaba con un informático de La Roda (Albacete) que era el que clonaba las páginas web con las que se llenaron los bolsillos. Incluso se hizo pasar por un miembro de la UCO para llamar a algunas víctimas para saber si habían denunciado.
«Es alguien tremendamente escurridizo. Para transitar tres manzanas cambiaba cinco veces de taxis. Una de nuestras agentes encubiertas le siguió cuando entró en un ascensor y él, muy desconfiado, dio un paso atrás y salió justo antes de que el elevador subiera», explican fuentes de la operación Lupin III, que culminó en junio de 2019.
«Tras más de un año de investigación, no le pusimos cara hasta cuatro días antes de arrestarle», añaden. Ocurrió en la Corredera Baja de San Pablo, en Malasaña, en uno de los múltiples pisos turísticos que iba alquilando por días. No le había dado tiempo ni a deshacer la maleta. «¿Quiénes sois?», preguntó al abrir la puerta. «Somos la UCO», respondieron los agentes. «Claro, si no fueseis vosotros, no me habrían cogido», aseveró. Y añadió: «Pero si yo soy buena gente».
Luego, registraron un trastero que tenía cerca de Móstoles, donde guardaba alrededor de medio centenar de teléfonos móviles y maletas con ropa. «Cambiaba de prendas, todas de marca, en vez de preocuparse en lavarlas o plancharlas», afirman los agentes. Además, se jactaba: «El dinero me lo he gastado en ponerle tetas a mi novia».
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