La Tercera Guerra de Gaza

Pero la guerra no ha acabado y las armas volvieron a hablar. Israel no puede dejar impune la masacre del 7 de octubre y confía en sus militares para derrotar a las milicias de Hamás. No será una tarea fácil ni rápida pero, desde la entrada de las tropas israelíes en la franja, están alcanzando sus objetivos a un ritmo vivo y sufriendo apenas unas decenas de bajas.

A los éxitos tácticos del ejército israelí, el gobierno de la franja —que también es Hamás— responde en el dominio del relato. En todo el mundo, los medios que apoyan la causa palestina —que son muchos— ponen el foco en las víctimas de la guerra y tratan de hacernos olvidar que es el propio Hamás quien hace todo lo posible para poner a los civiles de Gaza en la línea del fuego.

Sin querer comparar un gobierno democrático con una organización terrorista, tengo la impresión de que los esfuerzos realizados por unos y otros sirven a estrategias equivocadas. El relato de Hamás lo han comprado muchos gobiernos, pero no los de los países que realmente importan a Tel Aviv. Tanto el presidente Biden como la mayor parte de los gobiernos europeos —aunque el de España se haya desmarcado acusando a Netanyahu de ordenar bombardeos indiscriminados lo que, de ser cierto, constituiría un crimen de guerra— respetan el derecho de Israel a defenderse aunque, a beneficio de inventario, le exijan que lo haga con la debida proporcionalidad.

Por parte de Israel, no hay duda de que podrá ganar esta guerra. A su gobierno no le importan demasiado las resoluciones de la Asamblea General de la ONU. Ni siquiera las del Consejo de Seguridad, donde Estados Unidos tiene derecho de veto. Pero es más difícil estar seguro de que puedan ganar la paz. Por el camino que van las cosas, parece probable que estemos viviendo los prolegómenos de la Cuarta Guerra de Gaza.