Lo que va de Pons a Armengol
Pese a pertenecer al mismo partido, las razones por las que ambos paisanos han presidido el Congreso son muy distintas
Francina Armengol derrota a Cuca Gamarra y presidirá el Congreso gracias al apoyo de Junts

Francina Armengol Socías (Inca, 1971) se convirtió hoy en la segunda política mallorquina que alcanza la presidencia del Congreso. Antes lo hizo, en 1986 y por un periodo de tres legislaturas, el también militante del PSOE Félix Pons Irizazábal (Palma, 1942-2010), socialdemócrata ... old school y jurista de reconocido prestigio que contribuyó desde la clandestinidad a la reorganización del socialismo en Baleares.
Hombre de semblante circunspecto (inimaginable de copas en un tugurio a altas horas de la madrugada, y no digamos ya en un país sometido a las restricciones de un estado de alarma), quienes lo trataron afirman que don Félix hacía gala de un fino sentido del humor en las distancias cortas, no exento de cierto sarcasmo intelectual. Sería de gran interés conocer hoy su opinión, aunque fuese en privado, sobre el estado de las cosas en España y la incorporación a la «mayoría progresista» de los diputados de Bildu, herederos sanguíneos de aquellos a quienes expulsó sin contemplaciones del Hemiciclo durante la sesión constitutiva de las cortes de 1989 por no ajustar su acatamiento a la que entonces era considerada la única fórmula reglamentaria. El vídeo está en YouTube y sintetiza en poco menos de un minuto el proceso involutivo del Partido Socialista, la sima que separa los tiempos en que la democracia española defendía su dignidad frente a la barbarie de este amargo presente de humillaciones y cervices agachadas.
Más allá de su pertenencia a un mismo partido, las razones por las que ambos paisanos comparten el honor que infunde la representación del Estado desde la tercera posición en el escalafón protocolario no pueden ser más distintas. Pons llegó al cargo en atención a sus indiscutibles méritos profesionales, a una trayectoria política sin tacha y a la certeza de que defendería -como de hecho hizo en los momentos más difíciles- los intereses de la nación española consagrados en la Constitución; Armengol lo ha hecho como parte de una estrategia partidista que persigue justo lo contrario y en la que sus contrastadas dotes para entenderse con la ultraizquierda y el nacionalismo supremacista, su buenas migas con el prófugo Carles Puigdemont y su legendaria capacidad para alcanzar consensos que discriminan a la mitad del electorado han sido los activos más apreciados; acaso los únicos.
En el haber de Armengol, a modo de revelador antecedente, consta la cesión de la presidencia del Consejo Insular de Mallorca hecha en 2007 a la minoritaria, chantajista y finalmente corrupta Unión Mallorquina de María Antonia Munar. Aquel golpe de efecto fue el heraldo de los pactos multibanda y desprovistos de cualquier principio moral que han terminado por marcar el devenir de nuestro sistema parlamentario. Cabe, pues, reconocerle a la nueva presidenta de la Cámara la condición pionera en la experimentación de los gobiernos Frankenstein (los conocidos en neolengua como Pactes de Progrés) mucho antes de que la política española alcanzara los niveles de infamia en los que ahora chapotea. Sus méritos a ojos del Sanchismo, al que desde hoy servirá con la misma sumisa delectación que lo hizo su predecesora, Meritxell Batet, son indudables. Cumplirá con creces el encargo, no les quepa la menor duda.
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