Cárcel por agredir a machetazos a un rival en la reyerta de Ribeira y arrollar con un furgón a otro

Hasta el pasado martes, los únicos detenidos por la batalla campal que el 1 de julio se desató en el Centro Recreativo de Artes eran seis miembros de la familia Bentos, la del novio, que, desplazados desde Santiago, aquel día estaban en inferioridad ante el clan de los Borja, el de la novia, que les triplicaban en número.

Las detenciones de los Borja se hicieron esperar. Los investigadores quisieron escudriñar bien antes las muchas grabaciones que hay de la reyerta. Y el martes, arrestaron, por fin, en un poblado de Ribeira, a seis miembros de la familia de la novia. Los detenidos no se sorprendieron, sabían que era cuestión de tiempo que fueron a por ellos.

De esos seis, dos quedaron libres en dependencias policiales y cuatro han pasado este viernes a disposición de la jueza del Tribunal de Instancia de Ribeira número 3. Y esta jueza, en funciones de guardia, dejó en libertad a tres de ellos, aunque les impuso la medida cautelar de alejamiento respecto a la familia rival. Están todos investigados por delito de lesiones y riña tumultuaria.

Por los mismos delitos está investigado el único de los cuatro que ha acabado detenido. Pero en su caso, se le suman los delitos de conducción temeraria y tentativa de homicidio. Porque fue este joven también el que, supuestamente, atacó a machetazos a un miembro de la familia del novio, el herido de mayor gravedad en aquella batalla campal. El joven de la familia Bentos salvó su vida de milagro.

La detención de este miembro de la familia Borja y su imputación por un delito de conducción temeraria perfila todavía más la tesis de la jueza sobre cómo cree que sucedieron los hechos que acabaron con la vida de José Manuel Bentos Montoya, de 36 años, en la entrada del aparcamiento del centro recreativo donde se celebraba la pedida de mano de Cheíto a Ainhoa.

El primero en arrollarlo fue una furgoneta blanca pilotada por este miembro de la familia rival, la de la novia. Aunque, según certifica un auto al que tuvo acceso ABC, tras ese primer atropello, José Manuel fue aún capaz de incorporarse, arrodilarse y «gatear». Fue el atropello posterior, el de su hermano, al volante del Zafira, el que acabaría matándolo marcha atrás.

Por eso, la jueza imputa un delito de conducción temeraria al primero y un delito de homicidio –con dolo eventual– al segundo. Es decir, su no quería matarlo, pero, según la instructora de la causa, con esas maniobras bruscas asumía el riesgo de ese trágico desenlace.