Al mar gallego le preocupa hoy el cambio climático
Los efectos del Prestige ya habían remitido pasados dos años, a pesar de las grandes consecuencias inmediatas. El foco de alarma está ahora sobre la baja producción de marisco en las históricamente ricas rías gallegas
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SANTIAGO
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Iniciar sesiónAquel 13 de noviembre, el jefe de Lucía Viñas entró por la puerta alarmado: «No sabéis la que se os viene encima», dijo a sus compañeros. Viñas, investigadora del Instituto Español Oceanográfico (IEO) en Vigo, lo recuerda con claridad. Desde ese momento y en los ... años posteriores, «nos dedicamos exclusivamente a estudiar las consecuencias del Prestige«.
Concretamente, desde el IEO hicieron un sinfín de analíticas a seres vivos para determinar la cantidad de hidrocarburos que presentaban debido al vertido de fuel. Es una práctica «sistemática», por lo que hay datos previos al accidente que permitían comparar la salud de los organismos. En un principio, los niveles eran muy altos, pero tardaron unos pocos años en estabilizarse de nuevo. Hoy, apenas aparecen algunas 'galletas' de chapapote en la Costa da Morte de vez en cuando; por lo demás, ni rastro del Prestige. Al menos, aparentemente.
La mayoría de muertes en animales se dieron por asfixia
Lucía Viñas
Investigadora del IEO
Las consecuencias inmediatas fueron devastadoras. Se cerró la pesca durante semanas («no se podía permitir que esas capturas llegaran al mercado»), murieron por asfixia cientos de miles de organismos, y la mortalidad en las aves, según apuntan los estudios del momento, habría superado con creces las 200.000. Una catástrofe, con todas las letras, pero que a los dos años ya había remitido relativamente rápido. Esta es una de las conclusiones a las que llega un estudio encabezado por la catedrática de Zoología Elsa Vázquez, de la Universidad de Vigo. Dicho de paso, uno de los pocos trabajos académicos que existen sobre las secuelas del accidente. Las claves para comprender la rápida recuperación de las costas gallegas son varias: el tipo de vertido, las características de los mares gallegos y la época del año en la que ocurrió.
«No es lo mismo gasolina que asfalto», ejemplifica Viñas. En el caso del Prestige, el fuel era muy pesado y denso. Lo que vivía allí donde cayó, murió. Pero lo que salió flotando «se retiró», y lo que quedó hundido se asentó en forma de «parches». En esas zonas la contaminación era altísima, pero no se diluía bien, evitando su propagación. A cien metros de esos parches, los niveles de hidrocarburos podían ser normales, recuerda la experta. Por otra parte, la fuerza del mar gallego: los temporales de invierno, explica Vázquez, fueron «disgregando» aquellas manchas, disminuyendo su letalidad. Claro, irremediablemente así llegaron hasta Bélgica. Por último, el hecho de que ocurriera en noviembre también evitó consecuencias peores. En todo caso, entre comillas: apunta acertadamente Viñas que estos accidentes ocurren, precisamente, en estos meses, por la dureza de la mar. Pero si se llega a dar en época de reproducción, en primavera, habría sido mucho peor. «La mayoría de seres vivos se pudieron reproducir con normalidad. Y, si llega a pasar más tarde, no habría temporales que disgregaran el chapapote«, apunta Vázquez.
2022
2002
En la retina de todos los gallegos quedan aquellas imágenes demoledoras de cormoranes impregnados en petróleo, peces muertos por millares y las playas teñidas de negro. Hombro con hombro, lo que se pudo retirar, se retiró. Los marineros lo hacían en el mar, y el resto, en tierra. Era una carrera a contrarreloj para tratar de paliar al máximo las consecuencias.
Pero, con todo, «no se actuó a tiempo«, coinciden las expertas. »Se tardó en reconocer un problema«, afirma Vázquez. María del Carmen Dios, mariscadora de la Illa de Arousa, recuerda estar escuchando la radio un día de aquella semana: »Decían que el petróleo estaba muy lejos de la costa«. Al mismo tiempo, los primeros mejilloneros de la cofradía que salían a faenar se encontraban el fuel penetrando en la Ría.
Crisis marisquera
Pero el medioambiente se recuperó. La fuerza del mar y el trabajo humano limpiaron la costa. Las rías gallegas volvieron a producir marisco y pescado. Pero ahora se enfrentan a un nuevo problema.
Desde hace 10 años, calcula a ojo María del Carmen, la productividad de las rías cae en picado, agravándose en estos dos últimos años. El marisco no está caro por la inflación, sino porque no hay: «Es algo generalizado, pero en algunas especies más, como la almeja fina». En cifras del total de lonjas gallegas: en 2009 se vendieron unas 830 toneladas de este marisco; en 2021, 270.000 kilos. Todo apunta al cambio climático como uno de los principales detonantes de esta crisis, y muchos estudios al respecto, también encabezados por Elsa Vázquez, lo confirman.
2020
2002
Sostiene que las mariscadoras «no se quejan por quejarse», sino que las estadísticas respaldan sus peticiones. E insiste, como la trabajadora del mar, en que las causas son muchas; aunque sí, la más diferencial es el cambio climático. En boca de todos está que las lluvias ya no son como antes en Galicia: ahora son torrenciales, concentradas en unos pocos días, sucedidos de temporadas de relativa sequía. Este fenómeno provoca que el agua dulce llegue de golpe a las rías, descendiendo su salinidad drásticamente. Hay que sumar, además, las altas temperaturas de las olas de calor que calientan los arenales. En resumen, el cambio climático provoca unas situaciones que generan «estrés» en los moluscos. Quizá no los mate directamente, que también, pero «su metabolismo se ve muy comprometido». Como las personas, gastan una gran cantidad de energía para superar ese estrés, y dejan de crecer o reproducirse.
Además, la Illa de Arousa, como casi toda la costa marisquera, es un destino turístico en época estival. «Hay playas en las que hay 1.500 personas en un día de verano, eso son 3.000 pies caminando sobre bancos marisqueros», asegura Dios. Y el marisco no tiene energía para enterrarse y protegerse, están a apenas 7 centímetros de la superficie. Ni los furtivos 'profesionales' ni los 'de bañador' (los turistas) causan tantos estragos como los factores antes mencionados: «No aportan nada bueno, pero no son determinantes«, concluye la mariscadora. Los problemas a los que se enfrentan son mucho más grandes.
¿Es posible que lo que queda del Prestige, hundido a 250 km de la costa, tenga que ver? «Bueno no es, eso seguro«, opina María del Carmen, pero no hay estudios que lo sustenten.
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Por eso, piden que se evalúe el estado del barco, que todavía contiene toneladas de fuel. Desde el IEO, los análisis de hidrocarburos, en principio, son correctos. Eso no quita que sean variables, pues explica Viñas que cualquier otro tipo de vertido –o, por el contrario, una nueva planta depuradora– puedan hacer que los valores analizados fluctúen. Desde luego, no presentan los niveles de los meses posteriores al accidente.
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