Todo a la vez en todas partes

Un dislate con muchos responsables. También aquellos que auparon a Pedro Sánchez a la Moncloa y han sostenido a su gobierno desde el Congreso y ahora pretenden aparentar que no tienen nada que ver con la catástrofe. Singularmente el BNG. Que siguiendo la estela de Esquerra y Bildu se sumó a la alianza Frankenstein desde el primer minuto. Firmaron entonces un acuerdo de investidura que siempre fue papel mojado. Ni transferencia de la AP9 ni derogación de la reforma laboral, por poner dos ejemplos. De hecho, esta semana los socialistas rechazaron en el Parlamento la iniciativa presentada por el Bloque para recuperar los 45 días de indemnización por despido improcedente. Y el traspaso de la autopista del Atlántico apenas ha empezado a debatirse estos días ya con la legislatura en tiempo de descuento. En realidad, el nacionalismo gallego ha sido siempre irrelevante en el esquema de alianzas de Frankenstein. Con un papel de palmeros al que no han querido renunciar. Al contrario. Pese a todo, siguen orbitando en torno a la coalición. Al ritmo, en todo caso, que marcan desde Barcelona y San Sebastián el independentismo catalán y vasco. Unas veces reivindicándose como faros de pureza del frente amplio y otras fingiendo marcar distancias con el Gobierno. Siempre, de todas formas, buscando salir en la foto. Y por ello cómplices del desastre.

Del desastre, por ejemplo, que supone que los alimentos se hayan encarecido el último año un 16.6%. Este es un asunto que muestra nítidamente la impostura en la que se ahoga el BNG. Hace un año, 28 febrero de 2022, Ana Pontón presentaba un paquete de propuestas para paliar la escalada de precios. Entre ellas, la reducción del IVA de los alimentos básicos. Meses después, siempre tarde, el Gobierno seguía esa senda, pero el Bloque entonces decidió abstenerse, 24 de enero de 2023, en la convalidación del decreto que incorporaba esa medida que reclamaban. Estar y no estar. Como Yolanda Díaz. De hecho, cada vez se parecen más sus estrategias. Siempre de perfil. Cómplices en todo, pero fingiendo no ser responsables de nada.

Esa es la farsa en la que se ahogan todos los socios del bloque de investidura. Coautores en ocasiones y en otras colaboradores necesarios. Siempre, al margen de la tipificación de cada caso, corresponsables de la catástrofe. Y del delirio permanente en que el que se ha sumido Frankenstein. Cada semana más grotesco. Estos días a cuenta de la reforma de la reforma de la «ley mordaza». Se quejaba Néstor Rego de que PSOE y Podemos incumpliesen su —enésima— promesa. En realidad, este episodio va más allá de eso. Exhibe con crudeza el esperpento en el que se ha convertido la alianza de izquierdas. Esquerra y Bildu tumban la iniciativa, pero Pablo Echenique responsabiliza a los socialistas mientras Izquierda Unida y los «comunes» señalan a los nacionalistas. Con Pablo Iglesias terciando en las redes sociales y Sánchez tratando de escaquearse de otro fiasco, uno más, de su alianza.

Todo a la vez en todas partes. La implosión del multiverso de la izquierda. De la que toda la izquierda es responsable. También los silentes y sumisos diputados socialistas o el irrelevante parlamentario del BNG en el Congreso. Todos cómplices y todos corresponsables del despropósito constante de Frankenstein.