Los trileros
El asunto de la vivienda llevaba aparcado toda la legislatura, pero ahora se ha convertido en objeto central de la campaña
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Iniciar sesiónEl juego del trile se practica cada vez más. No tanto en la calle como en la vida política. No se trata ya de vaciarle el bolsillo a la víctima, sino de amarrar su voto. Lo que, sin embargo, no han variado mucho son las ... técnicas de embuste que se emplean para conseguirlo. Cortinas de humo para distraer al público. Para transfigurar la realidad y poder colocarle mercancía averiada. En eso, hay que reconocerlo, Pedro Sánchez tiene una dilatada experiencia. Y ningún límite. No ha mostrado jamás reparo alguno a desmentirse a sí mismo. Sobrevivir a cualquier precio. Siempre dispuesto a diluir los principios en los que se asentaba el antiguo PSOE. Incluso a renunciar a las convicciones que esgrimió él mismo el día anterior. Más aún cuando se acercan las elecciones. Y ya solo quedan cuatro semanas para las municipales, unos comicios en los que se juega mucho, muchísimo, este tahúr. Por eso ha decidido elevar la apuesta. Sobredosis de demagogia y propaganda. Una frívola irresponsabilidad de la que son tan responsables como él sus palmeros en la Comunidad gallega, cómplices y cooperadores necesarios de su impostura.
Ejemplo paradigmático de todo ello es la farsa que están protagonizando estos días con la política de vivienda. Un asunto que llevaban aparcando durante toda la legislatura, pero que ahora han convertido en el asunto central de la campaña. Porque necesitaban desviar el foco. Dejar en segundo plano el fracaso de la ley del «solo sí es sí». En la semana en la que una parte del Gobierno reforma esa norma estrella de la otra parte del Gobierno, sacan de la chistera miles y miles de pisos. Una cortina de humo.
Por cierto, muy mal improvisada. Apenas 48 horas después de que Sánchez anunciase que se destinarían 50.000 viviendas de la Sareb para alquileres asequibles, la vicepresidenta Nadia Calviño reconocía que solo 9.000 están listas para entrar a vivir. En Galicia hablaba de 1.285. Pero los datos trasladados a la Xunta por el conocido como «banco malo» indican que en realidad solo están disponibles 42. Y además en municipios que apenas concentran el 6.8 por ciento de los demandantes en la Comunidad. Pinchado ese globo, el tahúr muestra nuevos cubiletes. Vamos ya en los 183.000 pisos prometidos en las últimas semanas por el presidente del Gobierno. Encubriendo que se tardarían años en edificar la inmensa mayoría de ellos. Que algunas ni siquiera tienen identificado dónde se construirían. Un «aguántame la copa» día tras día.
Puro trilerismo. Porque quien hace todas esas promesas lleva ya cinco años en la Moncloa. En ese tiempo, Pedro Sánchez no solo no ha priorizado la política de vivienda, sino que ha frenado la aprobación de la ley que promovía Podemos y que ahora ha pactado asumiéndola como propia con Esquerra y Bildu. Simple populismo. Por un puñado de votos. Sabiendo que es mercancía averiada. Eso es lo más grave. Primero de Economía: la introducción de «topes» distorsiona el mercado. Siempre genera ineficiencias. Reduce la oferta y ello conlleva en el medio plazo un aumento de precios. Se ha demostrado allí donde se ha experimentado. En Berlín, por ejemplo.
Todos los socios de la alianza Frankenstein son conscientes de que es pura demagogia lo que han avalado esta semana en el Congreso. Pero ninguno renuncia a salir en la foto. Tampoco el BNG. Que denuncia, sí, que la norma invade competencias autonómicas y cualifica de «propaganda» los anuncios de Sánchez, pero que no ha votado en contra de esa política de vivienda que impulsa la coalición Frankenstein. Respaldada también por los diputados socialistas gallegos, siempre sumisos a las órdenes que envían desde Ferraz.
Y ello los convierte, a tirios y troyanos, en corresponsables de la farsa. En cómplices del juego del trile que está protagonizando Pedro Sánchez para esconder de cara a los comicios del 28M el catastrófico resultado de su gestión. Porque esta película va de eso, de transfigurar la realidad, distraer al público y colocar mercancía averiada en esta campaña electoral.
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