Tanto monta, monta tanto

Lo demuestra el hecho de que hayan elegido situar al posible cabeza de cartel en Galicia en la delegación del Gobierno. Un puesto que obligará a Gómez Besteiro a interpretar el mismo papel de palmero que venía representando Miñones. Aplaudir cada día las ocurrencias de la Moncloa, bendecir sus dislates y justificar los no pocos agravios a la comunidad. Le obliga, entre otras cosas, a respaldar la decisión del ministerio de Transportes de no reconstruir simultáneamente los viaductos de la A6 como le exigieron el Parlamento autonómico y la Diputación de Lugo por unanimidad, PSdeG incluido. O también, por ejemplo, a defender que siga bloqueada la distribución de fondos europeos para el desarrollo de proyectos industriales estratégicos. Pobre papel para quien aspira a erigirse en alternativa política. En realidad, ese es el planteamiento en el que lleva ahogándose desde hace mucho tiempo el socialismo gallego. Sumisión absoluta a Ferraz y renuncia a desarrollar un discurso propio en clave gallega. Una estrategia suicida que se consolida al otorgarle al posible candidato a la Xunta el papel de portavoz del Gobierno en la comunidad. Subrayando que su cabeza de cartel fía su destino político al de Sánchez y exhibiendo el sucursalismo del PSdeG.

Lo evidencia la misma operación en sí. José Miñones ha acabado en el ministerio de Sanidad después de que Adriana Lastra rechazara el cargo. Si la asturiana lo hubiese aceptado, el hasta ahora delegado del Gobierno en Galicia quizás habría ido a parar a Industria o al Senado. Cualquier carambola valía. De lo único que se trataba en realidad era de rehabilitar a Gómez Besteiro, devolverlo a la primera línea política y situarlo en la pista de salida para las autonómicas. Ese era probablemente el plan de Sánchez desde el principio. Desde que fraguó la candidatura de Formoso al último congreso del PSdeG. Lo que ya entonces se intuyó como un «pacto de la A6» (A Coruña-Lugo-Madrid), Ferraz bendiciendo que el alcalde de As Pontes calentase la silla hasta que el lucense pudiese regresar a la primera línea. Lo cual confirmaría que en realidad es él quien lleva teledirigiendo esta función de títeres desde el minuto cero y moviendo los hilos de la actual dirección del PSdeG a las órdenes de la Moncloa.

De ahí la euforia desmedida. El despropósito de equiparar al delegado del Gobierno con Leo Messi. Dado el nivel de delirio, quizás no tarden en encontrar también equivalencias entre el nuevo ministro de Sanidad y Neymar o incluso en considerar que González Formoso tiene potencial para emular a Mbappé. Eso culminaría la astracanada, completando la comparación con el actual equipo del astro argentino. Un PSG, por cierto, que este año no ha pasado de octavos de final en la Champions.

Como el PSdeG no dejará tampoco de naufragar mientras no cambie su estrategia. Y todos estos movimientos de esta semana no suponen corrección alguna. Al contrario, suponen consolidar y subrayar el sucursalismo de la franquicia. Situar a su posible candidato a la Xunta como portavoz del Gobierno en Galicia evidencia que el proyecto que llevarán a esas elecciones autonómicas será en cualquier caso el de Pedro Sánchez, con independencia de que el cabeza de cartel en esos comicios sea Besteiro, Formoso o Miñones. Tanto monta, monta tanto.