Pazguato y fino
Argumentos posibles para un debate sobre incendios
Rueda seguramente escuche este martes los mismos reproches que Feijóo hizo en 2006 a Pérez Touriño
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Iniciar sesiónEl Parlamento gallego retoma el periodo de sesiones con la comparecencia del presidente de la Xunta para rendir cuentas por la gestión de los incendios del pasado mes de agosto, que arrasaron la provincia de Orense, arrojando un saldo superior a las 100.000 hectáreas ... calcinadas. Entra dentro de la normalidad política que Alfonso Rueda asuma el protagonismo en este debate, luego de la dimensión de la crisis incendiaria. No sabemos qué argumentos va a emplear, pero podemos aventurarnos a plantear algunos posibles.
«Una ola de incendios de proporciones desconocidas, provocada en un elevado porcentaje por manos criminales, arrasó nuestro monte y puso en serio riesgo vidas, casas y patrimonios familiares, y formuló un desafío sin precedentes a la sociedad gallega y sus instituciones», puede utilizar como arranque.
Acto seguido, es plausible que destaque la «respuesta ejemplar de la ciudadanía a este desafío». «Esa lección de unidad, motivada por la adversidad, constituye el fruto más valioso que recogemos de aquellos días de angustia», reconociendo además a quienes «sin tregua y muchas veces hasta la extenuación, combatieron y combaten el fuego, desempeñan tareas de vigilancia y protección e investigan y llevan ante la justicia a los autores contra el patrimonio de todos».
Yendo al meollo del asunto, es esperable que asegure que «la crisis de agosto» fue «absolutamente excepcional» y que «no se encontrarán» en los registros más recientes «una conjunción de factores, naturales unos, e inducidos por la mano del hombre otros, tan negativos y propensos a desencadenar una gigantesca ola de fuegos». «Unas condiciones meteorológicas especialmente adversas, la acumulación de combustible forestal y la enorme magnitud del acoso incendiario» como causas y condicionantes de los fuegos, diría.
Ante esta situación, puede probablemente asegurar «categóricamente que la reacción de los poderes públicos fue igualmente excepcional». Ante las eventuales críticas de la oposición por la falta de medios, el presidente puede recurrir al argumento de que «un sistema de extinción, un operativo de lucha contra el fuego, un operativo de un país, nunca está dibujado para atender a la máxima punta de la mayor crisis excepcional que pueda haber, ni en este país ni en ninguno».
Y si la bancada opositora eleva el tono y exige que rueden cabezas, no es descabellado suponer que el presidente alegue que «el gobierno no es responsable de la crisis» sino «de la gestión de la crisis». «En circunstancias excepcionales de crisis puede haber fallos, limitaciones y errores, pero ninguno de ellos está en la base ni en la explicación, en la motivación ni en la justificación de lo que pasó en Galicia».
¿Ceses? «No me costaría nada, si lo estimara necesario, más que el dolor personal por la amistad que le profeso a la conselleira, tomar la decisión de su cese si creyera que fuera justo, oportuno o añadiera algo a este país», pero su trabajo «estuvo a la altura de las circunstancias y de las necesidades del país», parece que podríamos escuchar este martes.
Y si así fuera, el PSOE haría bien en indignarse, porque Alfonso Rueda estaría replicando lo dicho por Emilio Pérez Touriño en septiembre de 2006, cuando compareció ante ese mismo Parlamento a explicar lo sucedido en el 'agosto negro' que le tocó vivir como presidente de la Xunta. Entonces, ni asunción de responsabilidades, ni dimisiones, y la culpa en todo caso era de Fraga. Al PSOE y al BNG entonces les valió aquel discurso que explicaba una realidad, y que se le parece bastante a la vivida este 2025.
Sin embargo, la oposición del bipartito pidió la cabeza de Alfredo Suárez Canal. No le fue concedida, por supuesto. Quizás por ese motivo el BNG ahora sube la apuesta y exige la dimisión de Alfonso Rueda, que seguramente habrá de escuchar los mismos duros reproches que en su día pronunció Alberto Núñez Feijóo al presidente Touriño. Una cosa no quita la otra. Pero si entonces socialistas y nacionalistas aplaudieron todo lo dicho en 2006, ¿con qué legitimidad van a reclamar este martes algo diferente ante una realidad similar?
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