El glamping: comodidad y lujo al servicio de la naturaleza
Muchos viajeros y turistas optan por pasar el verano en este tipo de alojamiento, que combina la tranquilidad, el entorno natural y la experiencia tradicional del camping con la comodidad y los servicios de un hotel
Así es el mejor camping de España: parques acuáticos, spa y buffet libre en el paraíso
JACOBO LEÓN
Santiago
En la última década, el turismo ecológico ha crecido de forma notable en Galicia, una región que presenta una gran riqueza y variedad paisajística capaz de satisfacer gustos y expectativas muy distintas. Dentro de este concepto de ecoturismo, el glamping, que se remonta ... a finales del siglo XIX, se ha asentado como una modalidad turística cada vez más demandada. Su fórmula es sencilla, pues fusiona la tranquilidad y la conexión con la naturaleza del camping tradicional con el confort, el glamour —de ahí su nombre— y los servicios propios de un hotel. Las primeras propuestas se limitaban a poco más que un colchón, agua corriente y un baño, dentro de un entorno al aire libre alejado de la habitual masificación de los principales destinos vacacionales y el estrés cotidiano o, en su defecto, como opción 'premium' en festivales musicales como O Son do Camiño y el Resurrection Fest. Ahora, las iniciativas puestas en marcha durante los últimos años han explotado este modelo hasta casi lo inimaginable desde la creatividad, la sostenibilidad y la integración con el medio ambiente. Así, las tradicionales y ascéticas tiendas de lona de los campings han dado paso a alojamientos más cómodos y estéticos: cabañas de madera, yurtas, burbujas, iglúes, domos y 'eco-lodges', de diversas formas y tamaños, que incorporan accesorios y servicios muy variados.
Las zonas de glamping gallegas se han erigido alrededor de los principales emplazamientos naturales y turísticos de la comunidad. Las Rías Baixas, el Parque Nacional de las Islas Atlánticas, la Laguna de Valdoviño, A Mariña Lucense y el Camino de Santiago dibujan el entorno paisajístico sobre el que se ha promocionado este fenómeno turístico. Algunos de estos emplazamientos cuentan con una gran tradición previa, construida alrededor del camping, junto al cual se ha ido acomodando, poco a poco, su hermano menor, el glamping.
Ese es el caso del Camping Muiñeira, ubicado en la Playa de Raeiros, en O Grove, uno de los primeros de la provincia de Pontevedra tras seis décadas de servicio. «Hace siete años, como parte de la tercera generación familiar, buscamos cambiar el concepto del campismo tradicional y decidimos crear una zona exclusiva para este tipo de tiendas, que hemos ubicado en las mejores parcelas del campo, dentro de un enclave idílico en toda Galicia. Es un alojamiento que mantiene el contacto con la naturaleza, pero con una estancia más agradable y cómoda», explicó para este medio Martín Rivera, quien dirige el camping junto a su hermano Pablo.
La tradición gallega está profundamente impresa en gran parte de los negocios de alojamiento turístico que han decidido apostar por este sistema. Amaraxe Ecoglamping, regentado por Chefa Lorenzo, solo cuenta con un año de vida, pero sus raíces beben directamente del legado del lugar. Las «casas mariñeiras» y la parcela heredadas de sus abuelos han dado paso a unas tiendas de glamping «con una arquitectura respetuosa» y un «cuidado interiorismo» que se mimetizan con el entorno de la parte sureste de la ría de Muros. «No buscamos competir con la naturaleza, sino fundirnos con ella. Buscamos algo pequeño, cercano. Partimos de la base del respeto, del legado de nuestros mayores. Nosotros aportamos nuestra visión de actualidad y gusto personal, para construir presente y futuro».
Una visión muy distinta de glamping ofrece Casa Beatnik, localizada en Vedra, a apenas cien metros del Camino de Santiago. El que fuera el Pazo de Galegos es hoy un colorido hotel inspirado en la arquitectura de Uzbekistán, manteniendo, a su vez, la apuesta por el campo y los viñedos de su predecesor. «Tenemos trece suits, seis yurtas, saunas hechas a medida en Estonia, la piscina climatizada de agua salada y ahora inauguramos nuestra cancha de tenis. Las yurtas son nuestra oferta más popular», relata Juan Carlos, socio del proyecto junto a su hermano Daniel, hijos ambos de gallegos y criados a caballo entre Estados Unidos y España. El recinto también cuenta con dos restaurantes, tratamientos de masaje, un mini spa, futbolín, ping-pong y sesiones semanales de DJs. El objetivo es «crear experiencias a medida« para cada cliente, también más allá de sus paredes. «Si llegan y quieren conocer Galicia, guiamos a nuestros clientes, empezando desde Vedra, pasando por Santiago y desde ahí hasta toda Galicia. Desde turismo de playa, hasta senderismo, qué pueblo ver, dónde comer o tomar una copa. Normalmente les hacemos recomendaciones, pero también podemos hacer de guías durante un día».
Entre las paradas obligatorias se encuentra la isla de Ons, asentamiento privilegiado de uno de los glampings más singulares. Al formar parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas, su visita está limitada a un cupo diario. «Es un destino muy solicitado, con mucha demanda y pocas plazas. Desde que abrimos en 2016, año a año vemos que aumentan las reservas. Y las tiendas glam ayudan a ello. La gente viene buscando tranquilidad y todo lo que ofrece la isla: rutas, playas afrodisíacas, naturaleza, descanso,…», explica Remedios Pérez, una de las portavoces de la empresa. El camping de Ons cuenta con paneles solares y gestión de residuos propia, lo que le ha valido para recibir la marca 'S' de sostenibilidad turística, que concede el Instituto para la Calidad Turística Española.
Opción familiar y «precios asequibles»
Las familias y las parejas se sitúan como los principales clientes que optan por el glamping. «Nos piden un momento romántico, con una botella de champán o algún detalle en las tiendas», remarca Martín Rivera, del Camping Muiñeira. No obstante, no son los únicos. «Hay mucha gente que busca un entorno de tranquilidad y aislamiento para escribir un libro, un guion o meditar. También hay empresas que buscan espacios privilegiados para hacer espacios de convivencia», detallan desde Amaraxe Ecoglamping, donde ofrecen sesiones de yoga.
El rango de precios de los servicios de glamping oscila entre los 80 y los 300 euros por día, una cantidad que está sujeta al tipo de tienda, los servicios contratados, temporalidad y día de la semana. En todo caso, los responsables de los alojamientos los consideran «razonables» y «asequibles». Juan Carlos, socio de Casa Beatnik, destaca que los clientes buscan «una experiencia distinta, más allá de su poder adquisitivo».
Los huéspedes que se deciden por el glamping de Galicia proceden, en su mayoría, de la propia región y del norte de Portugal. Además, los propietarios detectan un repunte del cliente internacional tras la pandemia, entre los que destacan ingleses, franceses, italianos, alemanes y holandeses. Así, todos adelantan una ocupación para el verano que ronda el 90%, una cifra que coincide con la compartida por la Federación Española de Camping.
De momento, las instituciones no cuantifican números concretos del glamping, sino que están incluidos dentro del sector del camping. Los últimos datos de mayo de este año, recogidos por el INE y compartidos por el Clúster de Turismo, indican que en Galicia hay 63 establecimientos abiertos y una oferta de casi 17.000 plazas por toda la región, frente a los 51 negocios de camping y 15.400 plazas del pasado año. Esta tendencia al alza ha empezado a captar la atención de importantes grupos inversores, y no solo de pequeños propietarios y amantes de la naturaleza. Un escenario que ya algunos prevén como una potencial amenaza para el camping tradicional, el contacto con el entorno y el cuidado del hábitat natural.
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