Cuarto Singuante
Fuga de cerebros
Van en fila, todos ordenados y respetando la distancia
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Iniciar sesiónLeo una noticia inquietante: «España tiene fuga de cerebros». Más allá de la metáfora referida a las personas altamente cualificadas que dejan el país en busca de mejoras laborales, me imagino a una gran cantidad de cerebros —reales y esponjosos— saliendo de las cabezas para ... irse no sé adónde, pero con una autonomía que me resulta perturbadora. Van en fila, todos ordenados y respetando la distancia, como órganos inteligentes que son, y quizás quieran tomar un avión.
Entonces, pienso en lo que será el mundo cuando la inteligencia artificial nos sustituya. Seremos seres prescindibles en todo y en parte; quiero decir que, si el cerebro se fuga y deja un hueco en el cráneo, el hígado también podría hacer lo mismo: buscar una vida sana si su dueño padece hepatitis o, por el contrario, dar rienda suelta a su bilis y pegarse la juerga padre después de años habitando un cuerpo vegano que huye de la contaminación como de la lepra.
En ambos casos —sin cerebro ni hígado— el ser humano que los alojaba seguiría viviendo, aunque con la normalidad alterada; sin la capacidad de pensar ni de filtrar, ya no tendría sentimientos y estaría lleno de impurezas. Bueno, pues, si así ocurriese con los demás órganos del cuerpo, la fuga podría llegar a afectar a los pulmones, los intestinos y el corazón, y cada uno se largaría al lugar que más le conviniese dependiendo de si lo que busca es aire limpio, flora de la buena o emociones puras.
Y digo yo que todo esto le vendría muy bien a la inteligencia artificial. Divide y vencerás. No hay nada mejor que una deserción corporal galopante para dominar intelectos. Porque ya no sería cuestión de 'deshumanizarnos por fuera' —entendido esto como una falta de valores—, sino que nos deshumanizaríamos literalmente por dentro —perdiendo partes físicas de nuestro cuerpo—. Entonces ya no habría retorno. Las calles se llenarían de seres vacíos e insensibles que no saludarían ni en el ascensor y a los que la lágrima no les afloraría ni dándoles un martillazo en un dedo.
Yo espero que eso no ocurra. Que lo de la fuga de cerebros se quede en una huida de talento reversible para que puedan volver. Porque, si no, a la que vea un hígado sentado en un banco empezaré a preocuparme.
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