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Del sofá a la frontera de Ucrania: la odisea de dos gallegos para traer refugiados a España en coche

Dos jóvenes han atravesado Europa para recoger a ucranianos que huyen de la invasión rusa

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Parte de guerra en Ucrania: la situación actualizada del conflicto

Héctor Pérez, de vuelta a España con los refugiados ucranianos ABC / Vídeo: El rally de solidaridad que cruza Europa para rescatar a los refugiados - ATLAS
Bruno Pardo Porto

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El lunes 28 de febrero Héctor Pérez, un empresario de 36 años, comió viendo las noticias, como siempre. De pronto, escuchó algo en ucraniano, y al levantar la vista leyó en los subtítulos: «¡Enseñadle esto al cabrón de Putin!». El que hablaba era un sanitario. A su lado, un médico intentaba reanimar el cuerpo sin vida de una niña de seis años , a la que dieron por muerta minutos después. Esa noche Héctor no cenó. No se le había cerrado el estómago, es que ya estaba conduciendo: quería cubrir cuanto antes la distancia que hay entre Castroverde (Lugo) y Medyka (Polonia) para traer refugiados ucranianos a España. Acababa de empezar una odisea de más de seis mil quinientos kilómetros que aún no ha terminado.

Tras ver aquellas imágenes del telediario, Héctor llamó a varios amigos para que le acompañaran en el empeño. Los dos primeros le dijeron que no, que si estaba loco, que que en qué estaba pensando. Pero el tercero, Paulo Ribeiro, de 32 años, aceptó sin dudarlo: a veces pasan estas cosas. Arrancaron casi sin pensar, movidos por un impulso sin duda primario , porque nunca antes habían hecho algo así. Héctor solo recuerda un voluntariado en Calcuta hace una década, y Paulo nos dice que es transportista, y que está acostumbrado a hacer unos mil kilómetros al día, aunque esto es otra historia. «No puede compararse».

Reggaeton para vencer al sueño

El lunes durmieron algo en Irún, y el martes llegaron hasta Praga. Hay que imaginarlos escuchando reggaeton para vencer el sueño . «Solo música potente para aguantar el tirón», confiesan entre risas. ¿Y las carreteras qué tal? «Bien, las carreteras de Europa son las mejores». Los peajes no los celebran tanto. Tampoco el precio del gasoil .

Cuando salieron no sabían muy bien cómo podían ayudar, pero estaban seguros de que algo podrían hacer. Fue la hermana de Héctor, trabajadora social en Madrid, la que les ayudó durante el trayecto y les aconsejó. «Nos hizo los deberes», contaba este al otro lado del teléfono, el miércoles a mediodía, al poco de llegar a Medyka. «Esto está lleno de gente. Los polacos se dedican a llevar gente desde aquí a los pueblos cercanos . También hay gente de Dinamarca, de Holanda y de Alemania que vienen en furgones para ayudar». Según los datos de Acnur , ya hay un millón de personas que han tenido que salir de Ucrania por la guerra, y más de la mitad lo ha hecho por Polonia…

Héctor Pérez y Paulo Ribeiro, al poco de llegar a Medyka ABC

La comunicación en la frontera fue difícil y la recogida se dilató bastante . El miércoles tuvieron que hacer noche en Medyka y sudar para encontrar dónde dormir. El jueves se iluminó algo: no tanto suerte como justicia. Gracias al ruido que había hecho su viaje una mujer ucraniana residente en Madrid se puso en contacto con ellos para ver si podían buscar a unos familiares que estaban muy cerca del luga r: una mujer de setenta y cinco años, otras dos que estaban en la treintena y tres críos de seis o siete años, que es la edad que tenía la niña que vio morir en la televisión el lunes... «Cuando se subieron al coche estaban alegres, felices, pero al poco empezaron a apagarse. Los niños están reventados. Desde que subieron al coche se les ve muy cansados».

«No es ninguna locura»

De Medyka, Héctor y Paulo decidieron ir a Varsovia a recoger a una madre y su hijo que también tenían familia en España. Porque el objetivo de todo esto era llenar las ocho plazas que llevaban libres entre los dos coches . Eso lo consiguieron a última hora del jueves. «Ya nos va pesando el viaje», decía Héctor poco antes. Esperan llegar a Castoverde el sábado, y entonces habrán cumplido su propósito: será allí donde los refugiados se encuentren con sus familiares.

¿Y vais a volver a hacerlo? «Tampoco nos podemos permitir perder tantos días de trabajo. Queremos que la gente sepa que se puede venir, que no es ninguna locura , que no está tan lejos. Ahora a ver si se animan a venir más españoles a ayudar».

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