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Juan Soto - El garabato del torreón

Mirar para otro lado

De repente algo comenzó a resquebrajar el sosiego del recinto murado y a agitar las cortinas de la tramoya

Parecería imposible que en la pequeña capital de provincia, con sus habitantes adormilados desde hace siglos, sus quinientas tabernas, sus dos librerías y un permanente olor a cirio de sebo, parecería imposible, decíamos, que sus históricos sumideros destilasen otras escurriduras distintas a unos cuantos perceptores ... de clases pasivas y algunos orondos funcionarios con el hígado taladrado. Y sin embargo, de repente algo comenzó a resquebrajar el sosiego del recinto murado y a agitar las cortinas de la tramoya. Resulta que los adolescentes se divertían partiéndose la boca a puñetazos, quemaban papeleras, destrozaban locales de copas, trapicheaban a las puertas de la circunspecta sociedad recreativa y de vez en cuando pegaban un tirón al bolso de una anciana. Toda esta actividad recreativa suele registrarla con el móvil el distinguido público que asiste al espectáculo, para luego colgarla en la red como quien cuelga la fiesta de cumpleaños de la abuela. Para adobar el guisado, últimamente ha aparecido un violador que se entretiene jugando al escondite con la bofia. Una maravilla.

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