Feijóo recoge el legado de Fraga y limita el poder de los barones en un PPdeG renovado
Reconoció su etapa de aprendizaje junto a «líderes de primera» como Francisco Álvarez Cascos o José Manuel Romay, antes de recordar a López Veiga y Cuiña
JOSE LUIS JIMÉNEZ
SANTIAGO. El «nuevo» PP de Galicia inició ayer su andadura, con Alberto Núñez Feijóo al frente y dos consignas evidentes: la renovación en personas y programas -aunque sin renunciar al legado fraguista de «galleguismo y reformismo»- y una nueva concepción de su ... estructura interna, sin «boinas» ni «birretes», y desterrando el reparto de cuotas de poder a las distintas baronías provinciales, antaño núcleos irreductibles en la formación popular.
Alberto Núñez fue elegido por una abrumadora mayoría del 96 por ciento del plenario del congreso extraordinario -como era de esperar-, y lanzó un mensaje claro y rotundo: finalizado el proceso sucesorio, toca «sudar la camiseta», «hacer país» y plantar cara a un bipartito autonómico que, a imagen y semejanza de Rodríguez Zapatero en Madrid, «se dedica a crear problemas en vez de solucionarlos».
El flamante presidente regional del PP dedicó la intervención que siguió a su proclamación a entonar un claro mensaje autocrítico, reconociendo «errores en el pasado» en forma de «algunas divisiones internas», pero despejó cualquier duda acerca de la unidad del partido tras el «modélico» proceso de sucesión. «Algunos pensaron que sólo nos mantenía unidos el poder» y «otros pensaron que la sucesión del presidente Fraga no será democrático», impresiones ambas desmentidas tras el «ejemplo» dado por la militancia en la elección del nuevo líder.
Minutos antes, durante la presentación de su candidatura, Alberto Núñez había entonado un discurso conciliador, destinado a cerrar cualquier disensión interna -para lo que agradeció la participación del ausente Xosé Cuiña y de Enrique López Veiga- y forjar una unidad firme de cara al futuro más inmediato en el seno del partido. Además, dedicó un especial recuerdo a sus antecesores en el PP, la Xunta y el Parlamento, y reconoció su etapa de aprendizaje junto a «líderes de primera» como Francisco Álvarez Cascos o José Manuel Romay. «Se podrá ser igual, pero nunca más fraguista que ellos», aseveró Feijóo. Ineludiblemente, obligadas palabras de reconocimiento para «dos grandes presidentes» como Aznar y Fraga.
Concluidos los reconocimientos, Feijóo asentó los pilares de cuál va a ser «su» partido a partir de ahora en el debate que centra la actualidad política de la comunidad: la reivindicación de la identidad gallega dentro del marco constitucional español. «Queremos ampliar el autogobierno de Galicia pero sin que suponga un pleito en el Tribunal Constitucional», proclamó, «para eso ya están los nacionalistas».
«Somos galaico españoles»
La idea más utilizada por Feijóo fue la de un galleguismo que distinga «que somos diferentes, pero que no obliga a mirar con rencor a nadie o desvincularnos del gran proyecto español o europeo». Es, en definitiva, un modelo «solidario» y preocupado «con la resolución de los problemas de otros españoles». «Nos sentimos queridos por los demás, porque nosotros también queremos a los vascos, extremeños, catalanes y andaluces».
Por todo esto, Núñez Feijóo definió el estilo de su presidencia como «galaico española», comprometida con la modernización y profundización de la autonomía pero «sabiendo lo que somos, y no como otros». «Nuestro ideario es la reforma constante», añadió.
Tras hablar de pasado y presente, oportuna ración de críticas al bipartito. «¿Para qué querían gobernar si no saben cómo hacerlo, si no se entienden?», comenzó diciendo Alberto Núñez. Con un tono contundente, reprochó a los socialistas la dejación de funciones al claudicar ante la defunción del Plan Galicia, la pérdida de los fondos europeos y la instauración de una financiación sanitaria insuficiente para la Comunidad. Para los nacionalistas, acusaciones de complicidad ante el «desgobierno» autonómico y reivindicar «un Estatuto para los intereses de Galicia sino el del BNG».
Ante este caos en la Xunta «tenemos la obligación de ofrecer un rumbo a este país», Igualmente, Núñez Feijóo lamentó irónicamente que a ojos del bipartito «el PP moleste» por representar «la Galicia del sentido común», y puso como ejemplo la expulsión de los 40 alcaldes del Parlamento y las acusaciones de «golpistas». Y tras la cerrada ovación, se convirtió en presidente.
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