El francotirador de Ciudad Real hizo unos 40 disparos con un arma que atraviesa los chalecos antibala a decenas de metros

Las fuentes consultadas por ABC explicaron que los hechos se desencadenaron por una discusión por motivos nimios entre padre e hijo que fue subiendo de tono, y que acabó con el segundo golpeando al primero. Al ver la escena, José Luis, que en ese momento trabajaba con su tractor a pocos metros del lugar, intentó mediar. La respuesta de Alfonso no se hizo esperar: cogió el rifle y le disparó a bocajarro, con tan mala fortuna que el proyectil alcanzó a la víctima en la femoral. De inmediato comenzó a perder sangre a chorros, a pesar de que intentó ser auxiliado por el padre del agresor. Murió desangrado.

El octogenario, cubierto de sangre y con golpes en la cabeza, pudo escapar de la casa de campo de su propiedad y tras recorrer los 200 metros de camino que hay entre la finca y la carretera, pidió ayuda. El primero en pasar por allí, de forma casual como ya informó ayer ABC, fue Antonio López, teniente de alcalde de Villamayor de Calatrava, que paró su automóvil al ver la escena y a un hombre tirado en el suelo, malherido. El propio padre le alertó de que se pusiera a cubierto porque su hijo Alfonso estaba disparando... Su coche recibió dos impactos a cientos de metros, a pesar de lo cual los proyectiles atravesaron la chapa como si fuera mantequilla.

Apenas cinco minutos después llegaba a la zona la Policía Local, que había sido alertada a través del 112 por el jubilado. Cuando intentaron recoger al herido fueron tiroteados por Alfonso, que se había atrincherado en la casa de campo en la que vivía con su padre. Uno de los proyectiles alcanzó en la cabeza a Alejandro, policía local de Argamasilla de 41 años. Murió en el acto. Natural de Talavera de la Reina (Toledo) deja viuda y una hija de siete años. Residía en el pueblo desde hacía 14, cuando había sido destinado allí. Pertenecía a la 20 promoción de policías locales de Castilla-La Mancha. Va a ser condecorado a título póstumo.

Su compañero Javier también resultó herido de bala, en su caso en la cadera, pero se recupera de sus heridas en el Hospital de Puertollano, a donde fue trsladado.

A la zona acudieron también agentes de la Usecic de la Guardia Civil, que como sus compañeros fueron recibidos a tiros. Alfonso abría fuego contra todo aquel que intentara acercarse a la casa, y al disponer el arma que utilizaba de mira telescópica era extremadamente preciso en sus disparos.

Los mandos del Instituto Armado valoraron enviar a la zona a los agentes de la Unidad Especial de Intervención (UEI), especialistas en este tipo de crisis, pero no se podía esperar a su llegada porque había dos personas muy malheridas a las que había que rescatar para intentar salvarles la vida, aunque se era muy consciente de que era casi imposible que se pudiera conseguir.

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Además estaba el inconveniente de que el rifle del criminal tenía una enorme potencia de fuego y su munición era capaz de perforar no solo los chalecos antibalas, sino también la chapa de cualquier vehículo no blindado como los que utiliza esa unidad de la Benemérita. A los responsables del operativo les llegó la información de que un furgón blindado de transporte de dinero estaba disponible en Puertollano, así que decidieron que se trasladara a la zona.

También acudieron desde allí las dotaciones disponibles de la Policía Nacional en apoyo de sus compañeros -los vehículos fueron utilizados como protección-, así como varios coches K (camuflados) con agentes de paisano. No fue necesaria su intervención.

Parapetados detrás de ese vehículo, y con permanente fuego de cobertura, los guardias civiles comenzaron su avance hasta la casa por el camino que la une con la carretera. Alfonso comenzó a disparar también, con tal pericia que uno de los hombres del Instituto Armado resultó herido de bala en un pie. El tiroteo se prolongó alrededor de dos minutos, hasta que de pronto se hizo el silencio. El atrincherado había dejado de disparar.

Los agentes no sabían si se había dado un descanso, si se le había acabado la munición o había sido alcanzado. Así que volaron un dron que situaron sobre el lugar donde estaba el francotirador. Las imágenes eran nítidas: Alfonso estaba tendido en el suelo, inmóvil . Solo en ese momento se dio la orden de entrar en la casa de campo. En unos segundos comprobaron que había muerto por un impacto de bala.

Ahora corren muchas versiones sobre el estado mental de este individuo- Hay quien asegura que «era raro, pero no podíamos pensar que pudiera hacer algo así». Otros precisan que atravesaba por una depresión y sufrió un broye psicótico. Hay algunos, además, que aseguran que había sufrido un accidente muy grave con una bicicleta con fractura de cráneo, lo que le dejó secuelas... En lo que todos coinciden es en que eran poco conocidos, que el padre era el que cuidaba del hijo y que se les veía pasear por el pueblo, comprar tabaco y poca cosa más.

Mientras, Argamasilla está conmocionado. Al mediodía ha habido tres minutos de silencio y el Ayuntamiento ha decretado luto oficial. José Luis y Alejandro, en principio, serán enterrados en la localidad. En el hospital, mientras tanto, continúan los heridos. Será el padre del francotirador quien, probablemente, pueda aportar más claves de ese estallido de furia protagonizado por su hijo, que se atribuye a un brote psicótico. Además, deberá vivir con ello, lo que tampoco le resultará sencillo.