Feijóo: «Por primera vez puede haber un presidente criado en una aldea»
El candidato del PP regresa a su pueblo en Orense para lanzar su asalto a La Moncloa
Núñez Feijóo: «La mayoría absoluta es complicada, pero estamos a 25 escaños y no es imposible»
Os Peares (Orense)
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Iniciar sesiónAlberto Núñez Feijóo quiere convertir su propia biografía en un reclamo para los millones de ciudadanos de la España de interior, la que no habita en las grandes ciudades ni en sus áreas metropolitanas. Frente a la casa en la que vivió su familia ... y pasó su infancia y adolescencia, en la pedanía de Os Peares, el candidato del PP animó a que este 23J «por primera vez haya un presidente que se ha criado en un pueblo», y que «conozca la España rural no por ir los fines de semana, sino por haber sentido, crecido y aprendido de ella».
Es la fábula del niño de aldea que llegó a lo más alto, ya empleada en el relato de la campaña de las elecciones autonómicas de 2009 que le llevó contra todo pronóstico a la presidencia de la Xunta, ahora amplificada a nivel nacional. «Sabemos que hay grandes ciudades, grandes avenidas, pero también pequeños pueblos y lugares donde la gente lo pasa peor, donde la gente tiene menos medios y los servicios públicos escasean y a veces no se tienen», reconoció, «si tengo la confianza de los españoles, no les defraudaré; vengo a empeñar mi palabra».
El PP sabe que en esa España de interior, menos ideologizada, funciona este mensaje de cercanía emocional, sin impostar, lanzado desde esta aldea que pertenece a cuatro ayuntamientos, dos provincias -Lugo y Orense- y se arracima en las laderas del Miño y el Sil. «Os Peares es mi principio y mis principios, trabajo, esfuerzo y humildad», valores «para guiarse ante cualquier eventualidad y dificultad».
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En tierra de ríos, Feijóo abogó ayer por «volver a tender puentes, a construir, a sumar, a unir». Menos política y más «soluciones a los problemas, objetivos comunes y que los políticos seamos útiles». «Mi objetivo es trabajar para que no todo siga igual sino para que mejore, para mantener lo que está bien hecho y reformar lo incorrecto». El carril de la moderación ya lleva un surco profundo del que Feijóo no va a salirse, por lo que parece.
Volver a casa
Ayer el público de Feijóo estaba entregado. Eran apenas medio centenar, casi tantos como periodistas a la captura del instante. Algunos lo vieron crecer y todavía recordaban al chaval de la bicicleta. Con otros compartió clase en la unitaria del colegio de San Pedro, al lado del embalse donde trabajaba su padre.
Todos quieren saludar, abrazar, hacerse una foto, tener un instante para llamarlo «Alberto» y que este les identifique como «la farmacéutica», «el músico» o «el mejor sastre del pueblo». No quisieron faltar su madre -doña Sira-, su hermana Micaela o la habitualmente discreta Eva Cárdenas, su pareja y madre de su hijo. Hay algo de especial en el momento, porque la exdirectiva de Inditex no suele dejarse ver.
En los bajos de la vivienda, en lo que hasta hace poco fue un estanco, la abuela Eladia tenía un pequeño colmado, donde las veces se servía una taza de vino y una tapa para engañar al hambre. Arriba vivía la familia, con las apreturas propias de la época. «Ese era mi cuarto», dice doña Sira señalando una ventana del primer piso.
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Es un pasado sin ecos en el presente, porque los Feijóo no eran propietarios sino que vivían de alquiler. Los orígenes humildes, de nuevo. La casa hoy es de Rosa, que recuerda a la abuela como «una buena señora», y reconoce que al nieto «algo de raíces le quedan». De hecho, quería aprovechar «para decirle que si quiere, le vendo la casa».
Los símbolos
El candidato del PP se refugia en sus símbolos, sus amuletos particulares. En 2009 arrancó aquí la campaña, y ha mantenido el rito elección tras elección. No es el único. La chaqueta ligera de color azul ha ido perdiendo lustre, pero no la cambia. «Sí, es la de siempre», reconocen sus más próximos, «igual que la camisa».
Hay más ecos de aquel 2009 que empezó a construir al Feijóo político, como ese lema de 'Es el momento' que está emparentado con el 'Llegó el momento' de hace casi tres lustros. O el mitin multitudinario en la Plaza de Toros de Pontevedra que llegará este domingo, con un más que previsible lleno hasta la bandera, otro clásico básico. La mayoría absoluta entonces parecía tan lejana como ahora, y sin embargo...
«Es el momento del cambio político en España», proclamó Feijóo, «de la alternancia, de que la democracia española pueda poner a un chaval nacido en una aldea en la Presidencia del Gobierno», gracias a «la magia de nuestro sistema democrático, en el que cada voto, de cualquier ciudadano, vale lo mismo».
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Y pase lo que pase el 23J, «esté donde esté, seguiré estando con los pies en la tierra, valorando la humildad y con la modestia como faro de acción política, con el empeño de mejorar este país». La prudencia asoma, intentando enfriar el optimismo de las encuestas. Sus vecinos lo ven más hecho. «¡Cambia el colchón cuando llegues a La Moncloa, eh, no te acuestes ahí, te lo mandamos desde Os Peares!», le anima uno.
Habrá de volver: Manolo, el dueño del taller del pueblo y que le alquiló a Feijóo el ático para prepararse las oposiciones a mediados de los 80, ya ha organizado una comida para celebrar la victoria que dan por segura. «Y vamos a tirar un cohete por cada escaño que saques», se compromete. Será otro día de fiesta, si es que llega.
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