Las familias del tabaco, entre la asfixia de Europa y la futura ley contra el consumo: «Es parte de nuestra historia»
Miles de personas viven en Extremadura de un cultivo que se encuentra en un momento de gran incertidumbre
Temor entre los tabaqueros extremeños ante la nueva ley antitabaco: «Nos afectará y mucho»
CÁCERES
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Iniciar sesiónEl norte de la provincia de Cáceres lleva décadas viviendo, principalmente y más allá del turismo, de dos grandes industrias, la que supone en sí misma la central nuclear de Almaraz y la que se articula en torno al cultivo del tabaco. Mientras la gran ... mayoría de pueblos de Extremadura se mueren, se secan, sin nacimientos ni relevo generacional, varias de las comarcas del norte cacereño sobreviven con dos grandes pulmones que, no solo frenan la despoblación, sino que, además, generan riqueza real en los municipios.
De un tiempo a esta parte, la sobriedad y solvencia del norte cacereño ha tornado en incertidumbre por el previsible cierre de Almaraz en 2027 y, ahora también, por la delicada situación del sector tabaquero, que se enfrenta a un escenario lleno de claroscuros. En Extremadura se produce cerca del 99% del tabaco español. Se estima que 2.100 familias viven directamente de él, una cifra que, según estimaciones, se puede multiplicar por diez si se tiene en cuenta todo el proceso de transformación y empleos indirectos.
El anteproyecto de ley que maneja el Gobierno para reducir el consumo ha incrementado la inquietud en estos pueblos eminentemente tabaqueros. Es el caso de Talayuela, donde más de un millar de hogares viven del cultivo, directa o indirectamente. Su alcalde, Roberto Baños, reconoce a ABC que se trata de un «pilar económico y social» para la población: «No es solo un cultivo, es parte de nuestra identidad, de nuestra historia y de la forma de vida de las familias que han trabajado durante décadas la tierra con esfuerzo y orgullo». El tabaco, en Talayuela, municipio de poco más de 7.000 habitantes, va más allá de los agricultores y, en palabras del primer edil, da trabajo a «talleres, transportes o servicios auxiliares».
Hay otro componente clave, que viene a explicar por qué el cultivo del tabaco consigue fijar población de manera tan efectiva. Un alto porcentaje de las personas que trabajan en el sector son mujeres, como asegura Fernando Vaquero, director de la Organización Interprofesional de Tabaco de España (OITAB): «Eso fija población, es riqueza». En municipios como Talayuela, y en otros muchos, se exploran cultivos alternativos, pero Vaquero sostiene que «no hay otro como el del tabaco». Sobre todo, porque el proceso de transformación, al completo, «necesita más mano de obra que cualquier otro cultivo».
El tabaco, de hecho, ha sido capaz, pese a puntuales reducciones de producción, mantener el tejido socioeconómico de las últimas décadas. De hecho, la presente campaña, afirma Vaquero, está en «un momento bastante bueno, con incremento de producción y precios». Sin embargo, la futura ley antitabaco genera incertidumbre y cierto malestar. Sobre todo, porque el sector siente no haber sido escuchado. Así lo denuncia la propia OITAB en un reciente comunicado donde defienden que «la lucha contra el tabaquismo no puede hacerse a costa del abandono del campo ni de la destrucción de miles de empleos rurales». Esto va en la línea de la frase más repetida por quienes viven del sector: «Nosotros producimos tabaco, no fumadores».
En este sentido, también se ha posicionado la propia Junta de Extremadura, que pide al Gobierno justo eso, que «escuche» a la región y que busque un equilibrio entre la salud pública y el futuro de un sector que es estratégico para la región: «Cuando se toman decisiones que afectan a las comunidades autónomas, lo mínimo es recabar su opinión y escucharles», decía la portavoz del ejecutivo autonómico, Elena Manzano.
La soga de Europa
Los problemas del tabaco, sin embargo, van mucho más allá de la futura ley antitabaco. Como cultivo que es, se enfrenta a los mismos problemas que el resto: presión normativa, trabas burocráticas o el encarecimiento de los costes. Eso y la reducción continua de apoyos europeos. Es donde pone el foco Juan José Manzanero, presidente de la Sectorial del Tabaco de Cooperativas Agroalimentarias de Extremadura: «La PAC ha ido recortando los apoyos a este cultivo y la presión para reducir superficies es constante».
Manzanero cuestiona la posición de Bruselas, que «impulsa un discurso de transición verde, pero sin ofrecer alternativas reales ni tener en cuenta que la sostenibilidad ambiental es eje en este cultivo». El tabaco extremeño, no en vano, es reconocido internacionalmente por su sostenibilidad y calidad. José Luis Llerena, director del Centro Tecnológico Nacional Agroalimentario, cree que es «el más sostenible y de mayor rigor de toda la Unión Europea».
Hay una sensación compartida en el sector de que, tanto la futura ley antitabaco como las restricciones de Europa, no van a reducir el tabaquismo, pero sí van a golpear el tabaco de calidad: «Si aquí se deja de producir, ese tabaco se seguirá cultivando en terceros países y perderemos una producción responsable, profesionalizada y generadora de empleo», afirma Manzanero. Ante la pregunta del millón, sobre si el tabaco tiene o no tiene futuro en Extremadura, entiende que lo tendrá «si se le da un marco estable y reconocimiento como cultivo estratégico», aunque admite, como la gran mayoría de los entrevistados, que, mientras se defiende el cultivo, toca explorar alternativas. En territorio extremeño, como avanzó ABC, ya se trabaja en estudiar el impacto que podría tener la producción de cannabis medicinal. Eso será o no será. Por lo pronto, la realidad para el norte cacereño es la misma desde hace décadas: ningún otro cultivo ofrece más riqueza, más empleo ni fija más población que el tabaco.
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