El espejo vidrioso de 2020 y el fantasma del 23J enchufan al PP para evitar un traspiés en Galicia
Feijóo advierte contra el conformismo por unas encuestas favorables
El PP congrega a 14.000 personas en la plaza de toros de Pontevedra en el mitin más grande de la campaña electoral
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Víctor Ruiz de Almirón y José Luis Jiménez
Pontevedra
El Partido Popular afronta la campaña electoral del próximo 18 de febrero en Galicia como un momento crucial. La inevitable asociación de este resultado con la figura de Alberto Núñez Feijóo y el recuerdo de lo sucedido el 23 de julio operan con fuerza ... en el imaginario de un partido que reconoce en esta cita es el principal punto de incertidumbre que aparece en el horizonte.
Todo eso cuando Alfonso Rueda tiene que defender un resultado de 42 escaños obtenido en 2020 que tuvo muchos ingredientes que lo hicieron excepcional: la pandemia y la baja participación condicionaron esa cifra que ahora pocos creen que pueda mantenerse. En Galicia se celebran cuatro elecciones simultáneas en sus respectivas provincias. Un pequeño traspiés en todas ellas y la incógnita de cómo operará la distribución de escaños con tantos actores en liza pueden acabar reduciendo el margen de la mayoría absoluta, situado en 38 escaños. La sensación generalizada es que no corre peligro, pero la duda de la participación y la incógnita de cómo funcionará Rueda como candidato mantienen las espadas en alto.
La provincia tradicionalmente más esquiva para los intereses del PP, en la que ha tenido un porcentaje de voto más bajo en las últimas convocatorias ha sido Pontevedra. Pero a la vez allí se encuentra uno de los feudos talismán del PP gallego. Ayer su plaza de toros volvió a abarrotarse con unos 14.000 asistentes para el mitin central de la campaña en el que el presidente de la Xunta de Galicia estuvo escoltado por su antecesor y por el expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
El programa no tan moderado del BNG de Ana Pontón
José Luis JiménezQue se reconozca el derecho a la autodeterminación, erradicar al TC de Galicia o una educación íntegra en gallego, algunas de las perlas del nacionalismo para las elecciones del 18F
El Partido Popular de Galicia regresó ayer a su lugar fetiche de las campañas electorales, la Plaza de Toros de Pontevedra, donde una primera multitud en 2009 sentó las bases de la primera mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo. Luego llegaron tres más, prologadas con el baño de masas en el coso de San Roque, a excepción de la de 2020, condicionada por la pandemia. Ayer el propósito era el mismo, inspirar otro triunfo en las urnas que permita retener la Xunta, pero con otro protagonista, Alfonso Rueda.
El acto operó como un chute de energía para un partido que se sabe ante una cita clave. También a nivel orgánico se dirimen muchas cosas. No solo Rueda, sino todo su equipo y los dirigentes que dieron un paso adelante cuando Feijóo se marchó a Madrid con su núcleo duro ven estas elecciones como una reválida decisiva para asentar su proyecto. Abrió fuego Rajoy y ya su discurso abordó las claves que desarrollarían después Feijóo y Rueda. En primer lugar destaco al actual presidente como ejemplo de «sosiego, estabilidad y calma». Y en segundo lugar planteó esta campaña como una disyuntiva entre el PP de Galicia y el modelo Sánchez. El expresidente felicitó a Rueda por haber asumido la sucesión de Feijóo. Y planteó esta campaña como una elección entre el PP de Galicia y el modelo de Sánchez: «No queremos que nos gobiernen los que le dan indulto a los independentistas. Ni los que suprimen el delito de sedición, ni los amigos de Putin, que hay que tener un par». También recordó la entrega de Pamplona a Bildu y las negociaciones actuales con Junts: «No queremos esa amnistía».
Feijóo en su discurso, en el que consolidó el intento por hacerlos más breves, hizo un esfuerzo por hacer calar la idea de que el partido no se puede dejar llevar por el conformismo de una victoria segura. Y expuso sus propios fantasmas: «El que crea que se puede ganar sin bajarse del autobús pierde. El que cree que se puede ganar porque las encuestas dicen que vamos a ganar, os lo aseguro que puede ganar pero sin la suficiente mayoría para gobernar. Creédmelo que algo de eso sé».
A los conservadores no le preocupan que los sondeos estén dando una sólida victoria el 18F, sino el hecho de que eso pueda desmovilizar a su electorado, sabiendo que –por ejemplo– el nacionalismo sí está activado y hay fenómenos que escapan a la demoscopia tradicional como el 'efecto Jácome'. Por eso no caben confianzas.
Sánchez y el BNG
Aunque el PP gallego siempre ha tenido unas campañas con un sello muy propio, en esta ocasión son varios los factores que están asimilando el discurso nacional con el regional. En primer lugar la recurrente presencia de Feijóo. Y en segundo lugar la supremacía del BNG sobre el PSOE. Rueda elevó también esa idea de no importar aquellos modelos de otros territorios «que crispan». «Yo no voy a meter a Galicia en caminos sin salida».
El candidato popular pidió el voto «con humildad, sabiendo que no estamos en posesión de ninguna verdad absoluta», pero con la convicción de que «tenemos muchas ganas de seguir haciendo cosas bien». Rueda dejó claro que no va a replicar «los insultos y faltas de respeto» que dijo estar recibiendo desde la oposición. «La gente quiere escuchar algo distinto, alguien tiene que hacer campaña en serio», y animó a sus simpatizantes a que «den caña» votando el 18 de febrero. No obstante, criticó que Pedro Sánchez volviera a Galicia ayer «a decir simplezas, ponerse cada vez más de perfil y dejar como gran aportación a la política gallega que 'Galicia no rueda' sino que vuela».
Manteniendo una línea de discurso que ya se le ha escuchado anteriormente, Rueda reincidió en la importancia «del valor de la palabra dada». «Pido una mayoría sobre la base de la confianza», y esgrimió las 872 medidas que incorpora su programa electoral como un compromiso no solo adquirido, sino con soporte presupuestario para ser ejecutadas. Si no, no estarían incluidas, vino a decir.
En el PP está muy instalada la idea de que el Sánchez hace una campaña de baja intensidad porque su verdadera candidata es Ana Pontón, la líder del BNG. Es más, se tiene el convencimiento de que el líder socialista da por bueno quedar como tercero, aunque suponga una humillación frente a un nacionalismo en auge, si el resultado final es que el PP pierde la absoluta y se le abre una vía de agua interna a Núñez Feijóo. No es una lectura muy alejada de la realidad, a la vista de la ausencia de críticas que el PSOE lanza en sus actos al resto de partidos de la izquierda, incluido el BNG.
Feijóo defendió en contraposición la idea Galicia «que funciona» frente a la incertidumbre de una coalición liderada por el independentismo: «¿Qué bien puede hacer a Galicia que el nacionalismo traiga los problemas de fractura social de Pais Vasco o Cataluña?», se preguntó Feijóo. La conexión con la política nacional es indisimulada: «Alfonso Rueda es la respuesta que no quiere oír Sánchez». Feijóo hizo un discurso que ya solo contrastaba el modelo autonomista del PP con el BNG. Y reclamó «igualdad» para Galicia frente a los «privilegios» que reclaman los independentistas: «Galicia no necesita un Puigdemont con otro nombre. Estamos aquí para que ningún gallego sea menos que un independentista». Quedan 14 días y el PP no quiere correr riesgos innecesarios. Las encuestas sí, pero sin euforia. Porque cuando la limosna es tan grande hasta el santo desconfía. Y en el PP son creyentes.
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