Feijóo «vuelve a casa» como subalterno de su sucesor para mantener el feudo del PP
Rueda le pidió en diciembre que se volcara en campaña, como Rajoy en 2009
El PP apela a la «dignidad» de los gallegos para castigar a Sánchez y sus «socios» del BNG el 18F
Santiago
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Iniciar sesiónHace veinte años, el rostro de Alberto Núñez Feijóo apareció por vez primera en los carteles de unas elecciones autonómicas en Galicia. Hay letra pequeña: en 2005, los comicios en los que Manuel Fraga se quedó a un escaño de su quinto mandato, el ... hoy líder del PP encabezaba la papeleta de Pontevedra. De hecho la decisión causó cierto revuelo interno, porque los cartelones estaban tradicionalmente reservados a don Manuel, y que su vicepresidente primero se asomara de modo excepcional ya anticipaba muchas cosas. Luego llegaron cuatro autonómicas consecutivas, desde 2009 hasta 2020, con la marca Feijóo consolidada y arrasando en las urnas. El candidato hoy es otro, Alfonso Rueda, pero por la implicación que el jefe de la oposición va a tener esta campaña, pareciera que fuera él. Y sin embargo...
«Es un placer volver a casa», confesó ayer en sus primeras palabras de esta campaña, «es el lugar que echo de menos todos los días». Todas las lecturas apuntan a que Feijóo se juega incluso más que el candidato Rueda. Por lo que supone Galicia en el PP, por sus trece años al frente de la Xunta. Él evita hacer esa lectura. Asumirá lo que venga como presidente nacional del partido, «pero quien se la juega aquí es Galicia», replica cuando se le pregunta.
En diciembre, Rueda y Feijóo desayunaron en La Coruña, y el presidente gallego le pidió una participación muy activa en esta campaña. No hubo que explicarle mucho, porque bastaba con desempolvar la fórmula de 2009, cuando el entonces candidato Feijóo se centró en las áreas urbanas y Mariano Rajoy recorrió pequeñas villas y pueblos. El pontevedrés lo recuerda como una de sus campañas favoritas, de las que más disfrutó. Pero él no había sido presidente de la Xunta.
Su agenda se la ha confeccionado el PP de Galicia, y por momentos da vértigo. Solo en su primer día cubrió 850 kilómetros. Amaneció en Madrid, se subió en la furgoneta hasta Pedrafita del Cebreiro, luego almuerzo mitin en Monforte de Lemos, para continuar con un paseo por Mondoñedo y finalizar la jornada pública en Ortigueira. Todavía tuvo otro trayecto hasta La Coruña, para dormir en casa. Hoy, baño de masas en la Plaza de Toros de Pontevedra, ante 14.000 fieles que llevan acudiendo a este acto central de los populares gallegos desde 2009. Como si fuera un talisman para los conservadores. No va a ser lo habitual para Feijóo, que va a predicar mayoritariamente en pueblos ante audiencias reducidas, como ayer en Monforte o Mondoñedo. La Galicia interior, la de los 30.000 núcleos de población, agradece que se acuerden de ella, aunque sea en campaña.
Rueda, en el inicio de la campaña: «Empiezo el camino más importante de mi vida»
Pablo PazosEl candidato, durante el acto de pegada de carteles, en la Plaza del Obradoiro, pide echar «el resto» los próximos 15 días, contando «la verdad», sin entrar en el juego sucio de sus rivales, para revalidar la mayoría absoluta y preservar la estabilidad de Galicia
Por los pueblos gallegos, a Feijóo se le ve cómodo, aunque ese perfil más campechano no le vino de serie cuando sucedió a Fraga. Tuvo que aprender a que le gustara la calle, a encontrarle sentido fuera de la alta política de aquel tecnócrata que fue en sus primeros años. A partir de su segundo triunfo electoral, en 2012, se le empezó a ver más desinhibido en los paseos y encuentros. «Al principio era un político de power point, que hablaba de plazos burocráticos y de cuentas con decimales, y dio paso a otro con mayor sensibilidad», relata un colaborador de su etapa en la Xunta. La calle no habla mucho de amnistía, y sí de la carestía de la vida, la cortedad de las pensiones o de cómo cuesta salir adelante siendo autónomo. Y pide fotos, muchas fotos.
Deuda con Galicia
Feijóo no ha perdido el contacto con Galicia desde que se fue a Madrid en mayo de 2022. Al menos un fin de semana al mes regresa con su mujer y su hijo al piso en el que residían en La Coruña, y recupera la calma que reina fuera de la M-30. Él suele decir que desde que dejó Galicia «solo he encontrado mucho cariño en la calle, todos los años que dediqué a mi tierra merecieron la pena», y se considera en deuda «con quienes me lo dieron todo». No solo por las cuatro mayorías absolutas incontestables, sino también el pasado 23J, cuando Galicia fue la segunda comunidad con mayor porcentaje de voto para el PP de toda España. Si el dato de las generales se extrapolara a unas autonómicas sería otra mayoría absoluta, calculó el PP gallego en su día. Todo eso es ya pasado. El reto es el 18F, y Feijóo no le tuerce el gesto. Por kilómetros no será, desde luego.
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