Condenan a un año al imán de Cunit por coacción a una mujer

Amenazó a una mediadora marroquí por no ponerse velo y conducir su coche

EFE

JÚLIA GIRIBETS y JÚLIA GIRIBETS

La mediadora cultural de Cunit (Tarragona), Fátima Ghailar, de origen marroquí, recibió amenazas y fue coaccionada por el imán de la localidad, por no ponerse velo como las demás mujeres musulmanas y por llevar una vida de mujer occidental, por ejemplo al conducir su propio ... coche, tal y como ella denunció. Así lo recoge la sentencia emitida ayer por el Juzgado de lo Penal número 2 de Tarragona que ha dado la razón a la víctima. El imán Mohamed Benbrahim ha sido condenado a un año de cárcel —que no cumplirá al no tener antecedentes— por coacciones graves.

Por su parte, el presidente de la asociación cultural islámica del municipio, Abderramán el Osri, también ha sido condenado a 9 meses de cárcel y la hija del imán, Hafssa Benbrahim, a pagar una multa de 730 euros a Fátima por haber sido partícipe de estas coacciones. Ninguno de los tres podrá acercarse a la víctima a menos de 500 metros ni comunicarse con ella durante dos años.

Los hechos ocurrieron en noviembre de 2008. Fátima y su marido se cruzaron por la calle de Cunit con el imán y su hija. «Nos empezaron a insultar, nos siguieron y yo hice el gesto de llamar a la Policía», explicó la víctima en el juicio, que tuvo un gran impacto social.

Acto seguido, aseguró la mujer, el imán la cogió por detrás; ella se refugió en un bar. «Entraron detrás de nosotros y la hija tenía a mi marido cogido por el cuello y él —el imán— iba presumiendo de hija». La mediadora cultural también afirmó que el imán llamó al Consejo Comarcal del Baix Penedés para saber «la manera de echarme de mi puesto de trabajo».

Quitarle el trabajo

La víctima siempre ha insistido en que el objetivo de los tres condenados fue arrebatarle su puesto de trabajo. Por su parte, el imán siempre ha sostenido que Fátima era problemática, que no atendía bien a los inmigrantes, que falsificaba informes y que fue ella quien insultó a los ahora culpables llamándoles «ladrones» y «terroristas».

Benbrahim, además, aseguró en su momento que no le suponía ningún problema que Fátima no llevase velo y quitó importancia a su cargo religioso espiritual, diciendo que él no era el imán, solo que a veces se ponía delante en el rezo de su comunidad.

La acusación particular, ejercida por la víctima, mostró ayer su satisfacción con la sentencia, pues considera que «da veracidad a aquello que Fátima había denunciado: la situación de acoso a que la sometían el imán de Cunit y el presidente de la comunidad islámica».

Después de conocerse la sentencia, la Junta Islámica Catalana declaró que el conflicto entre el imán y la mediadora cultural se debía «a intereses económicos de la mezquita de la localidad». Fuentes de la Junta, que agrupa a catalanes conversos al Islam, explicaron a Europa Press que el Benbrahim está emparentado con la mediadora, y que el conflicto tiene un carácter personal y económico, «no ideológico o religioso». De hecho, han apuntado que, presuntamente, la mezquita obtenía un beneficio económico en relación a los trámites municipales que emprendía Ghailar, aunque no han precisado como se obtenía el rédito.

La mediadora cultural de Cunit (Tarragona), Fátima Ghailar, de origen marroquí, recibió amenazas y fue coaccionada por el imán de la localidad, por no ponerse velo como las demás mujeres musulmanas y por llevar una vida de mujer occidental, por ejemplo al conducir su propio coche, tal y como ella denunció. Así lo recoge la sentencia emitida ayer por el Juzgado de lo Penal número 2 de Tarragona que ha dado la razón a la víctima. El imán Mohamed Benbrahim ha sido condenado a un año de cárcel —que no cumplirá al no tener antecedentes— por coacciones graves.

Por su parte, el presidente de la asociación cultural islámica del municipio, Abderramán el Osri, también ha sido condenado a 9 meses de cárcel y la hija del imán, Hafssa Benbrahim, a pagar una multa de 730 euros a Fátima por haber sido partícipe de estas coacciones. Ninguno de los tres podrá acercarse a la víctima a menos de 500 metros ni comunicarse con ella durante dos años.

Los hechos ocurrieron en noviembre de 2008. Fátima y su marido se cruzaron por la calle de Cunit con el imán y su hija. «Nos empezaron a insultar, nos siguieron y yo hice el gesto de llamar a la Policía», explicó la víctima en el juicio, que tuvo un gran impacto social.

Acto seguido, aseguró la mujer, el imán la cogió por detrás; ella se refugió en un bar. «Entraron detrás de nosotros y la hija tenía a mi marido cogido por el cuello y él —el imán— iba presumiendo de hija». La mediadora cultural también afirmó que el imán llamó al Consejo Comarcal del Baix Penedés para saber «la manera de echarme de mi puesto de trabajo».

Quitarle el trabajo

La víctima siempre ha insistido en que el objetivo de los tres condenados fue arrebatarle su puesto de trabajo. Por su parte, el imán siempre ha sostenido que Fátima era problemática, que no atendía bien a los inmigrantes, que falsificaba informes y que fue ella quien insultó a los ahora culpables llamándoles «ladrones» y «terroristas».

Benbrahim, además, aseguró en su momento que no le suponía ningún problema que Fátima no llevase velo y quitó importancia a su cargo religioso espiritual, diciendo que él no era el imán, solo que a veces se ponía delante en el rezo de su comunidad.

La acusación particular, ejercida por la víctima, mostró ayer su satisfacción con la sentencia, pues considera que «da veracidad a aquello que Fátima había denunciado: la situación de acoso a que la sometían el imán de Cunit y el presidente de la comunidad islámica».

Después de conocerse la sentencia, la Junta Islámica Catalana declaró que el conflicto entre el imán y la mediadora cultural se debía «a intereses económicos de la mezquita de la localidad». Fuentes de la Junta, que agrupa a catalanes conversos al Islam, explicaron a Europa Press que el Benbrahim está emparentado con la mediadora, y que el conflicto tiene un carácter personal y económico, «no ideológico o religioso». De hecho, han apuntado que, presuntamente, la mezquita obtenía un beneficio económico en relación a los trámites municipales que emprendía Ghailar, aunque no han precisado como se obtenía el rédito.

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