La historia del cupón de la ONCE que no se puede cobrar, contada por su protagonista: «La cabeza me va a dos mil por hora»

«Mi única intención fue informarme de cómo se abonaba el premio, en ningún momento solicité el pago», defiende a ABC el marido de la agraciada con el premio millonario, cuya identidad y su imagen no desvela este periódico por su expreso deseo de mantener el anonimato. Sin embargo, sí confirma haberse inscrito en el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego (RGIAJ) y conocer sus limitaciones a la hora de participar en apuestas, sorteos y otros juegos de azar, por lo que «en ningún caso quiso cobrarlo», pues el cupón era un regalo de su suegra a su mujer.

En su tono y en su semblante se atisba decepción con la Organización Nacional de Ciegos Españoles. Alude en diferentes ocasiones durante la entrevista a que «nunca hubiese esperado que la ONCE actuara así», mediante «el engaño y la picardía». «Parece que van a pillar adrede», comenta. De acuerdo con su relato, sostiene que fue víctima de una «mentira» tras ser convencido para dejar el cupón depositado en la delegación territorial de la entidad, con el objetivo de «evitar que se extraviara o fuera robado».

Según cuenta a este periódico, una vez dejadas atrás las celebración de Año Nuevo y los festejos por haber ganado la suculenta cifra de 400.000 euros, la primera decisión de Sandra Daniela y su marido fue acudir a su sucursal bancaria a informarse del procedimiento del pago del premio. Allí, les emplazaron a dirigirse directamente a la ONCE, pues solo tramitan determinados abonos vinculados a los sorteos de la Lotería Nacional.

De esta manera, relata que para que su mujer «no tuviera que pedir permiso» en el bar donde trabaja, se marchó con su moto a las oficinas de la organización, donde comunicó que a su pareja «le había tocado el Cupón del Extra de Navidad» y preguntó «cómo se procede en estos casos». Durante esta conversación, la persona que le atiende en ventanilla le explicó que tiene que presentarse su esposa como propietaria del boleto, en esta misma sede, para poder tramitar el pago.

Fue en ese momento, según cuenta el afectado, cuando esta empleada le aconsejó «hasta en tres ocasiones dejarlo en depósito». «Me dijo que lo dejara allí para evitar que lo perdiera o me lo robaran», aclara. «Convencido», se lo entregó pero «en ningún momento para que me lo pagara, sino para que lo guardara», comenta. Para llevar a cabo el trámite, señala que le «pusieron varias hojas unas encima de las otras, tapando con una mano algunas partes» y le dijeron «firma aquí, aquí y aquí», en lo que entendía que se trataba únicamente del justificante del depósito.

De acuerdo con su versión de los hechos, minutos después, la misma trabajadora le explicó que «hoy no se lo podía pagar» y que «volviera el lunes con su mujer». «Después de esto, no salí muy convencido y en la misma puerta me puse a leer detenidamente el papel, incluida la letra pequeña. Son décimas de segundos en las que tienes que decidir bajo mucha presión», recuerda. Cuando regresó con Sandra Daniela, el pago de los 400.000 euros aparecía como bloqueado porque su marido estaba inscrito en el RGIAJ. «Sabía que yo no podía cobrarlo, sólo quería informarme», repite una y otra vez.

Desde entonces, vive un «calvario» que incluso ha afectado a su propio hijo, de tan sólo seis años. «El día que le tocó el premio a mi mujer se lo contamos y cada día me pregunta si nos lo van a pagar». Apunta, qué «no sabe qué decirle», pues «le han roto ilusiones y sueños que imaginas tras ganarlo». «Solamente quiero que esa haga justicia, lo que nos están haciendo pasar no es de ley, nunca pensé que fueran a actuar de esa manera», alude notablemente emocionado.

Por otro lado, denuncia que tras reunirse con cargos importantes de la delegación territorial de la ONCE en Valencia, uno de estos directivos le aseguró «que iban a ayudarles en todo lo que pudieran», pero tras salir del encuentro les dijo: «No os gastéis dinero en abogados, es tontería».

Ante esta situación, su abogado Salvador Pérez ha solicitado a la ONCE las cámaras de seguridad de sus oficinas en Valencia para corroborar la versión del afectado y «demostrar que no le informaron debidamente de lo que estaba firmando». Al respecto, apunta el letrado que la contestación de la entidad fue que el sistema de videovigilancia «se encuentra inactivo».

Asimismo, explica que a la denuncia presentada han adjuntado pruebas documentales de la cuponera en las que acredita que vendió el boleto a Susana, la madre de Sandra Daniela, por lo que «ella es la verdadera propietaria» del mismo.

Según ha venido informando ABC durante los últimos días, el reglamento regulador de la ONCE estipula la suspensión del pago de un cupón premiado a aquellos perceptores inscritos en el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego (RGIAJ), el sistema de autoprohibición para ludópatas, adherido al Ministerio de Consumo.

Fuentes oficiales de la entidad confirmaron a este periódico que «la persona que acude a cobrar un cupón se le considera portadora, titular y depositaria del mismo», por lo que, si aparece inscrita en este registro, «deben cumplir con la ley y no se le puede pagar», quedando el abono «automáticamente bloqueado».

«No se está haciendo nada que no se hubiera hecho en algún otro caso o que no hubiera realizado cualquier otro operador de loterías en España», sostienen. Igualmente, si tras realizar las comprobaciones oportunas «se constata que concurre en esta supuesto», la organización «no abonará el correspondiente premio, cuyo importe se destinará a los fines sociales propios de la ONCE».