Diakhaby, yo te creo

Todos los que lo conocen, dentro y fuera del campo, hablan bien del Diakhaby persona. En lo futbolístico, talento a parte, nada problemático, cero conflictivo , no da que hablar, no se significa ni llama la atención, es un chico normal. Por eso, simplemente con su reacción, acción espontánea, te das cuenta que nada de lo que se está hablando se lo ha podido inventar . Ni estaba planificado, ni se le pasó por la cabeza en ese momento. Ocurrió. Ojalá pronto tengamos la prueba definitiva.

Tampoco cuadra que Cala , jugador del Cádiz, salga 48 horas después a dar su versión. Tiempo de estrategia previsto para asegurarse que no hay grabación o imagen que pueda delatarlo . Si de verdad no lo has dicho, lo lógico, creíble e inteligente es comparecer un minuto después de acabar el partido y proclamar tu inocencia de manera desafiante. Si no lo has hecho...

Pero luego queda retratado, otra vez, el Valencia . ¿Hay alguien al mando? Nadie con rango se atrevió a tomar la decisión de dejar al equipo en el vestuario . Con una situación de esa magnitud has de estar por encima de todo, del partido dado por perdido, de la sanción, de las amenazas, de todo. Te vas y sientas un precedente mundial , y el que quiera pelear ya sabe donde encontrarte. Es una cuestión más importante que el fútbol, es una cuestión de dignidad , y ésta no se defiende, se tiene o no se tiene. El Valencia el domingo no la tuvo.

Más grave es la estrategia posterior de comunicación. Cala, el señalado de esta historia, aparece el martes en la sala de prensa del Carranza, perfectamente preparado, con argumento bien aprendido y respaldado por el club. Diakhaby, la víctima, se graba un vídeo doméstico en el jardín de su casa y el Valencia vuelve a perder una oportunidad histórica de hacer las cosas con contundencia , pero sobre todo con dignidad. Diakhaby lo merece, el deporte también.