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Manuel Bonilla - Tribuna abierta

La fórmula del Triángulo Equilátero ante la elección de un nuevo reto profesional

«El equilibrio se pierde cuando alguien elige ceder a sus miedos y pierde el control tomando decisiones desproporcionadas y asimétricas»

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana y en uno de mis retos profesionales, en concreto durante mi etapa como directivo en el sector financiero y bancario, descubrí la fórmula a implementar tanto al elegir mis propios retos profesionales como para la selección del talento y la gestión de personas a la hora de formar equipos de alto rendimiento. Dicha tesis se basa en la figura geométrica del Triángulo Equilátero.

Equilibrio y proporcionalidad en la vida.

En geometría se define el Triángulo Equilátero como aquel cuyos tres lados miden la misma longitud. Por tanto, sus tres ángulos internos también son exactamente iguales y miden sesenta grados. Hablamos de un polígono regular, es decir, que tiene sus lados y sus ángulos internos iguales. Un figura equilibrada y proporcional.

Siempre que hablo de retos profesionales, ya sea mentorizando equipos y personas, en conferencias, think tanks o en clases del master, hablo de la importancia del equilibrio. Y es que, la vida y el propio universo nos han demostrado que el origen del caos, el principio del fin y el fracaso emanan de la falta de equilibrio y armonía, siendo difícil que las cosas perduren a largo plazo cuando las fuerzas están descompensadas. Y viceversa.

El capital humano, el activo más valioso. La felicidad, la mayor palanca.

En mi opinión, el activo más valioso e importante de una organización es el capital humano; y la felicidad y la motivación de las personas son la mayor palanca para alcanzar el éxito, cumplir objetivos, superar adversidades, innovar, generar creatividad y optimizar la productividad. Solamente si las personas están en el proyecto adecuado y en las condiciones que les genere su equilibrio profesional trabajarán felices de manera sostenible en el tiempo. Para mi, ello depende de implementar sin excepción la metodología del Triángulo Equilátero tanto a la hora de elegir personalmente nuestro nuevo reto profesional o como en la selección de candidatos para formar equipos.

Dicho lo que antecede, el objetivo es mantener siempre la simetría, la proporcionalidad y el equilibrio entre las fuerzas que precipitan la felicidad o la frustración profesional de la persona con el tiempo. Es responsabilidad tanto de uno mismo en su elección del nuevo reto como de la organización en la selección de personas el ser: coherentes, realistas y honestos. En nuestro modelo, dichas fuerzas son los lados del triángulo.

El primer paso del proceso consiste en dar nombre y en definir lo que representan cada uno de los tres lados del Triángulo Equilátero: la pasión por el proyecto, los valores del proyecto y las condiciones económicas.

Un lado o fuerza lo representa la pasión por el proyecto en sí mismo.

¿Cuánto me seduce a nivel de autoestima profesional participar en él? ¿Qué significa para mi formar parte de él, de ese equipo y trabajar con las personas que lo forman? ¿Mis ganas por ayudar a llevarlo a lo más alto? ¿Cómo y cuánto valor puedo aportar? ¿Qué desarrollo y recorrido profesional potencial supone a futuro? ¿El prestigio que me aporta? ¿La escalabilidad internacional del propio proyecto? ¿Es único? ¿Su nivel de excelencia? ¿Cuánto voy a aprender como profesional y como persona? ¿Me genera sentimiento de pertenencia incluso antes de entrar? ¿Deseo ser embajador del mismo? ¿Es realmente creativo, innovador y disruptivo? ¿Me apasiona enormemente impulsar, poner en marcha y formar parte de los nuevos proyectos de desde el principio? ¿Voy a disfrutar, me voy a divertir?

En segundo lugar, el otro lado o fuerza de los valores

¿Estoy alineado en valores con la organización, con el proyecto y con las personas que lo forman?

Todos y cada uno de nosotros, haciendo lo que hacemos y como lo hacemos, profesionalmente hablando, podemos colaborar para mejorar el mundo. Desde la ética, la honestidad, la transparencia o la solidaridad hasta el propio objeto de la organización y su core business deben estar cien por cien alineados con nuestros valores.

¿Las personas están en el centro? ¿El producto o servicio ayuda a mejorar la calidad de vida de las personas, aporta valor a la sociedad? ¿Cambiará la historia de la humanidad para bien? ¿Se premia la meritocracia? ¿Se juega en equipo y se potencia la colaboración y el compañerismo? ¿Se motiva el intraemprendimiento? ¿Se premian las propuestas de mejora e ideas dentro de la organización? ¿Favorecen la conciliación familiar y el momento de ocio y descanso? ¿El reciclaje y formación? ¿Tienen voluntariado o realiza acciones filantrópicas? ¿Se busca la felicidad tanto interna, del equipo, como externa, para otros stakeholders y clientes? ¿La organización está comprometida con los ODS (Objetivos de Desarrollo sostenible)?

Se trata de un proceso de retro alimentación, un feedback en el que tanto la organización debe detectar los valores del candidato a incorporar al equipo, como la propia persona visualizar los de la organización. Y estar alineados de manera armónica por ambas partes. Si no hay alineamiento en valores: ni contrates al candidato, ni mucho menos dejes que te fichen.

En tercer lugar el lado o fuerza de las condiciones económicas

No olvidemos que somos profesionales, tanto a la hora de seleccionar a las personas del equipo como a la hora de elegir nuestro nuevo proyecto profesional; y todo profesional trabaja por una retribución. Otra cosa sería altruismo, voluntariado y filantropía, un tema para otro artículo.

Es fundamental que, tanto la organización como el empleado perciban y tangibilicen que existe un equilibrio entre el valor que el profesional aporta a la empresa y la recompensa salarial que recibe a cambio de dicho valor aportado. Como dice un amigo y experto en gestión y dirección de personas: “son las habichuelas de la familia”. Aquí debemos hacer referencia a otra pirámide, la de Maslow.

El profesional debe marcarse un límite mínimo aceptable, en lo que a condiciones económicas se refiere, que le permita cubrir sus necesidades, con una visión a largo plazo. Un límite que debe ser razonable a corto y revisable a medio y largo plazo en función del valor y del cumplimiento de las expectativas marcadas por ambas partes.

Foco en mantener la proporcionalidad. Lo urgente vs lo importante

Una vez definidos los lados del triángulo, la clave subyace en no perder el foco de la proporcionalidad, es decir, en mantener la simetría. Aceptar una alta retribución en una organización en la que tus valores colisionen con los de ella es tan malo como estar totalmente alineados en valores y que las condiciones económicas te impidan cubrir tus gastos, especialmente si son clave en el núcleo familiar. Genera frustración, caída de la autoestima y distanciamiento con la organización. Así mismo, un proyecto en fase madura o en fase declive y sin recorrido que no nos genere pasión por él no se compensa ni con valores ni con elevados salarios.

A largo plazo, las elecciones profesionales para nuevos retos, bien por parte de la organización, bien por parte de las personas, basadas en figuras desequilibradas como el triángulo isósceles (dos lados iguales y uno desigual) o triángulo escaleno (todos sus lados diferentes) están abocadas al fracaso.

Lo urgente y lo importante. Las prisas, las necesidades a corto o el exceso de ilusión y de deseo, a modo quimera, pueden desviar nuestra atención, dispersarnos y llevarnos a perder la visión de nuestra tesis o fórmula de partida: el triángulo equilátero, que es la clave para el éxito y la felicidad de ambas partes.

¡Por fin lunes!

Últimamente he participado en procesos de selección con ambos roles; tanto como consultor para elegir a candidatos, como de entrevistado para ser seleccionado y contratado para embarcarme en nuevos proyectos. En todas las entrevistas tenía clara mi tesis, mi fórmula y la manifestaba con claridad.

Recuerdo cuando puse como ejemplo a mi entrevistador que nunca trabajaría en una tabacalera por mucho que me pagaran puesto que mi padre falleció por cáncer de pulmón. Que necesito sentir que colaboro con mejorar el mundo y la vida de las personas haciendo lo que hago y cómo lo hago, cada día, aunque mi parte sea apretar la tuerca. Que la ética y la honestidad son irrenunciables. Y que lo que mas me gusta decir a mis compañeros de equipo cada lunes al llegar a la oficina y verles es: “por fin lunes”, e intercambiar sonrisas. Que no es excluyente con la orientación a resultados ambiciosos.

Por otro lado, cuando entrevisto a alguien y me dice que el salario no es relevante le pregunto si le ha tocado la lotería, si cree que está participando en un proceso para una organización “non profit” o sin no valora realmente su trabajo. En ambos casos hablo del triángulo equilátero.

Si hoy fuese el ultimo día de mi vida …

Investigando sobre la vida de Steve Jobs me cautivó una de sus reflexiones sobre la vida y el trabajo, reflexión que pongo encima de la mesa en mis consultorías o conferencias sobre este tema, y que especialmente me aplico personalmente: "Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?. Si la respuesta es NO durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo.”

La solución a ese NO se encuentra en el equilibrio de las fuerzas que te empujan a dar el paso a tu nuevo proyecto de vida profesional: La pasión por el proyecto, los valores de por qué lo haces y la recompensa que te permite poder seguir haciéndolo sin tensiones económicas. La solución es el triángulo equilátero.

No lo olvides. El equilibrio se pierde cuando alguien elige ceder a sus miedos y pierde el control tomando decisiones desproporcionadas y asimétricas. Tal y como nos enseñó el maestro Yoda: “El miedo conduce a la ira, la ira conduce al odio, el odio conduce al sufrimiento”. Abandona tu zona de confort, apuesta por nuevos retos, cofía en ti y que la fuerza te acompañe, pero siempre con equilibrio: pasión, valores y retribución.

Manuel Bonilla es consultor en Estrategia, Gestión del Cambio e Innovación de Organizaciones

www.manuelbonilla.es

@manuelbonilla94

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