Idea, equipo y quince minutos

Quince minutos puede parecer poco tiempo, pero cuando se tienen las ideas claras es más que suficiente. Rápidamente se puede ver si un emprendedor tiene claro el concepto de negocio, el análisis de los competidores y del mercado, cómo posicionar sus productos o servicios, cuáles van a ser sus fortalezas, cómo va a organizarse, los números principales y el fundamento de los mismos. Es decir, se puede ver si sabe del negocio y tiene un buen plan. También se puede ver si es una persona con capacidad de comunicación, empatía y habilidad para convencer. Saber explicar los conceptos clave de forma rápida no está al alcance de todos ni es posible en cualquier proyecto. Si éste está poco o mal definido o el emprendedor no tiene las ideas claras, fracasará. Y más ante inversores expertos en ver muchas ideas de negocio, buenas y malas.

No es fácil, además, ser breve cuando se tiene mucha información y se han dedicado muchas horas al análisis. Hay que saber extraer lo esencial, que es lo que llevará a que clientes exigentes compren nuestros productos y no los de la competencia. Sucede igual que con un artículo periodístico: ser breve es mucho más difícil que enrollarse.

La diferencia entre un negocio que funciona y otro que no, no depende de muchas cosas. Lo esencial del plan se explica rápido. Recuerdo que siendo estudiante, mientras hacía una presentación -yo creía que brillante, pues la había preparado mucho-, la profesora espetó: «Pero, ¿cuál es la idea fundamental?» No había sabido transmitirle las claves del negocio.

El inversor se fija también en el equipo. Es quien ha de manejar la nave en un entorno cambiante y del que -por mucho plan que se haga- al inicio se conoce poco. ¿Quién en un negocio ha conseguido cumplir el plan inicial a rajatabla? Junto a la idea de negocio, el emprendedor deberá explicar bien las bondades del equipo. Como inversor, me gusta ver equipos y no individuos entre los emprendedores, gente con iniciativa pero que, además, se complementen... Y que busquen también en los socios, no sólo capital, sino buenos compañeros de viaje, bajo la premisa -que algunos olvidan- de que nadie puede saber de todo. Al fin y al cabo, las empresas son un conjunto de personas en busca de un fin común. En ellas, pues, los socios han de aportar valor y, para ello, se les ha de hacer partícipes no sólo de unas potenciales expectativas de beneficios sino de un proyecto empresarial. Y todo ello, por supuesto, en quince minutos.