TRIBUNA ABIERTA
El conflicto lingüístico
Los castellanohablantes de Cataluña existen, y son mayoría, por lo que ignorar deliberadamente sus derechos tiene un coste social y es una fuente generadora de conflictos.
josé domingo
La identificación de la realidad social es la primera premisa si se quiere diseñar una política lingüística. ¿Conformamos los catalanes una comunidad lingüística uniforme o Cataluña está compuesta por dos comunidades mayoritarias, la castellana y la catalana? El nacionalismo repudia el bilingüismo y pretende hacer ... del catalán la única lengua de los catalanes. Desde la llegada de Jordi Pujol a la Generalidad, los sucesivos Gobiernos, incluso cuando han tenido un Presidente de lengua materna castellana, han defendido que el catalán es la lengua de Cataluña y lo han utilizado, casi exclusivamente, en los actos públicos, en las administraciones y en la docencia. Pero los castellanohablantes de Cataluña existen, y son mayoría, por lo que ignorar deliberadamente sus derechos tiene un coste social y es una fuente generadora de conflictos.
La primera expresión colectiva del rechazo a esas prácticas discriminatorias se plasmó en el «Manifiesto por la igualdad de los derechos lingüísticos en Cataluña», conocido popularmente como el «de los 2300» del que, hoy 12 de marzo, se cumplen treinta años de su publicación. Sus firmantes, identificados con la comunidad castellanohablante, pretendían ser reconocidos como sujetos de derechos lingüísticos. Este planteamiento —nítidamente igualitario— desencadenó, sin embargo, una desmesurada, tramposa y violenta reacción que alumbró los mecanismos de defensa que el nacionalismo ha utilizado para impedir la consolidación de un espacio de respuesta organizada de los castellanohablantes catalanes.
El planteamiento del catalanismo uniformizador es ciertamente astuto. Franco hablaba castellano, ergo los que reivindican derechos lingüísticos para la comunidad castellanohablante son franquistas, sin que sirva de atenuante disponer de una completa hoja de servicios a la causa democrática. El paso siguiente, mucho más drástico, consiste en no considerar culturalmente como catalanes a los castellanohablantes que, automáticamente, adquieren la condición de ocupantes y son invitados a irse de Cataluña. La técnica les ha dado buenos resultados, miles de personas se han marchado al no aguantar la presión, muchas han decidido no venir a Cataluña, y otras han iniciado un proceso personal de sustitución de su identificación lingüística.
Ahora bien, a pesar de los esfuerzos de ingeniería social y de las amplias dosis de manipulación empleados, la realidad social es la que es, seguirán existiendo colectivos que reivindicarán con firmeza la igualdad de derechos lingüísticos para todos los catalanes, también los de la comunidad castellanohablante, y el conflicto continuará hasta que las instituciones no asuman la composición sociolingüística de Cataluña.
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