spectator in barcino
Para los catalanes del mañana
La noche del 6 de octubre de 1934 es para Calvet la peor noche de su vida
Artículos de Sergi Doria en ABC
Cacheos en Barcelona, durante los sucesos de octubre de 1934
La mejor crónica sobre el 6 de octubre de 1934 -se cumplen noventa años- la firmó Agustí Calvet, Gaziel, entonces director de La Vanguardia. 'Apuntes de una noche inolvidable' llevaba como subtítulo «para los catalanes del mañana».
Aquel 6 de octubre era sábado. ... Se había declarado una huelga general: el golpe de Companys se enmarcaba en el golpe de la izquierda revolucionaria (el PSOE de Largo Caballero) contra el gobierno Lerroux por incluir en el gabinete a ministros de la CEDA.
Mañana sabatina sin transporte público ni periódicos. Gaziel retorna a la redacción. Josep Dencàs, consejero de Gobernación, anuncia que los «escamots» de Esquerra combatirán a la FAI para garantizar el orden público. La inquina del separatismo hacia los anarquistas no es novedad, pero la noticia suena extraña en una supuesta Alianza Obrera. Gaziel va a comer a casa de unos amigos: en el trayecto observa a gente con fusiles. Dencàs ha desbordado a Companys y Badia ha desbordado a Dencàs, le comentan sus anfitriones.
Los amigos acompañan a Gaziel en coche hasta su casa en la zona alta de Barcelona. El teléfono no funciona y solo le queda la radio para saber qué está pasando. A las ocho Companys se dirige a los catalanes desde el balcón de la Generalitat. Murmullo de multitud nerviosa. El presidente de la Generalitat proclama el Estado Catalán dentro de la República Federal Española y rompe las relaciones con el gobierno de Madrid: «Eso es, ni más ni menos, una declaración de guerra», apunta Gaziel. ¿Y eso por qué? se pregunta: «Por una República Federal Española que nadie pide en España, cuando menos ahora, y por un Estado Catalán que, dada la existencia de la Generalitat, no se necesita para nada».
La noche del 6 de octubre de 1934 es para nuestro cronista la peor noche de su vida. Las tropas que envía el gobierno de España, con el general Domingo Batet al frente, asaltan la consejería de Gobernación y luego se dirigen al palacio de la Generalitat y al Centro Autonomista de Dependientes del Comercio y la Industria (CADCI) de la Rambla, foco de resistencia separatista. Las horas de la locura que propagan las ondas radiofónicas se componen de «discursos inflamados, sardanas, rumor de descargas y boletines de victoria», escribe Gaziel. Els Segadors, La Marsellesa y El Virolai que entonan los angelicales «escolanets» de Montserrat alternan con las proclamas de los fascistoides Dencàs y su lugarteniente Badia o el militar sedicioso Enrique Pérez Farràs: «¡Catalanes! Las tropas del Gobierno monarquizante y fascista han intentado asaltar la Consejería de Gobernación y la Generalitat pero han sido rechazadas victoriosamente. ¡Visca Catalunya!».
Los golpistas se quedan solos. Los sindicatos anarquistas les han dado la espalda. Desde la radio -«caja demente» la llama Gaziel- Dencàs pide auxilio a socialistas, «rabassaires» y comunistas para que se alcen en armas… «Llegó un momento, ya a altas horas de la noche, en que el consejero parecía poseído materialmente de una suerte de 'delirium tremens' revolucionario». Dencàs llegó a dirigirse a los españoles en castellano y concluyó con un «¡Viva España!»
Diez horas después, ya al amanecer, Companys capitula ante el general Batet. Dencàs huye por las alcantarillas.
Gaziel murió hace sesenta años. Su generación (Tarradellas, Pla, Hurtado) y la siguiente (Vicens Vives o Pujol) aprendieron que el Todo o Nada catalanista conduce a la Nada. No se puede decir lo mismo de las generaciones posteriores. Esos catalanes del mañana son los que jugaron al 6 de octubre en 2017. La crónica de Gaziel debería ser lectura obligatoria en las escuelas. Que la próxima generación conozca lo que es el ridículo.