spectator in barcino
La postración «woke» de la izquierda
Se empieza «descolonizando» museos y se acaba derribando estatuas, según el manual de López Obrador, Evo Morales, Maduro y los fans occidentales del «buen salvaje» de Rousseau
Artículos de Sergi Doria en ABC
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Iniciar sesiónLo 'woke' «arranca con la preocupación de las personas marginadas y termina reduciendo a cada una de ellas al prisma de la marginalización; resalta de qué manera se les ha negado la justicia a determinados grupos y su intención es rectificar y reparar ese ... daño», apunta Susan Neiman (Atlanta, 1955) en 'Izquierda no woke' (Debate). En su afán justiciero, lo 'woke' «enfrenta las naciones y los pueblos a sus historiales criminales» para concluir «que toda la Historia es criminal». Neiman es una filósofa especializada en la Ilustración sorprendida por el protagonismo en las bibliografías progres del abrazanazis Carl Schmitt y el abrazayatollas Michel Foucault: «Lo que hace a ambos interesantes para los pensadores progresistas de hoy en día es la hostilidad que manifestaban hacia el liberalismo y su compromiso por desenmascarar las hipocresías liberales», observa. Una relectura histórica según el esquema del amigo/enemigo de Schmitt y la mirada de Foucault: una sociedad donde todo remite a un totalitarismo redivivo en eterna cadencia con ropajes «civilizados».
Esa es la empanada mental de la izquierda que marida con el pensamiento políticamente correcto y el puritanismo reaccionario. En lo 'woke', el victimismo alcanza su máxima cotización: los héroes han pasado de moda. Ser víctima, «garantiza la victoria (o, cuando menos, arrancar con cierta ventaja) en la gran carrera de la opresión», señala Douglas Murray en 'La masa enfurecida' (Península) para advertir que estar adscrito a los oprimidos no debería ser sinónimo de bondad innata.
Por si no hubiera competencia en España por el liderazgo de la victimización (nacionalismos periféricos, políticas de género), Ernest Urtasun anuncia una «descolonización» de los museos nacionales. Este ministro que parecía el más serio de la boba izquierda identitaria justifica la ocurrencia con el argumento de que lo hace todo el mundo, que es una «línea abierta por otros museos internacionales» para «superar el marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas». Al ministro para el que medio lustro son veinticinco años debe resultarle complicado remontarse a un pasado con matices; de ahí que el presentismo en blanco y negro resulte la muleta más facilona para cuadrar su lectura 'woke' de los buenos y malos de la Historia. Colón no era un santo, señor Urtasun, pero la América precolombina tampoco fue el Edén que pintan los anticolonialistas. Se empieza «descolonizando» museos y se acaba derribando estatuas, según el manual de López Obrador, Evo Morales, Maduro y los fans occidentales del «buen salvaje» de Rousseau.
Más allá de la descolonización: los problemas urgentes de los museos españoles
Jaime G. MoraDirectores, exdirectores, técnicos, sindicatos y asociaciones piden atender a otras necesidades como la autonomía de los centros o el refuerzo del personal
En cuanto al tráfico de esclavos africanos, como ya explicó Robert Hughes en 'La cultura de la queja' (Anagrama) «fue un invento musulmán, desarrollado por los traficantes árabes con la entusiasta colaboración de sus colegas africanos negros, e institucionalizado con la más despiadada brutalidad siglos antes de que el hombre blanco apareciera en el continente africano, y se mantuvo mucho después de la desaparición del mercado de esclavos en América del Norte». Todo esto debe sonar subversivo al ministro 'woke': encaramado al muro antifascista de Sánchez, se entromete en la planificación de un itinerario expositivo que debería competer a los profesionales de la museografía. Tampoco debe sorprender demasiado ese afán intervencionista inherente a una izquierda que ataca a Vox por censurar a Miguel Hernández mientras nos lee su cartilla para la depuración política: de no cumplirla al dedillo, habría que aplicar el lápiz rojo en el capítulo de subvenciones.
Y un recordatorio, ministro descolonizador. Artículo primero de la Constitución de 1812: «La nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios». De aquellos ministerios con Solana, Semprún o Solé Tura a la cultura 'woke' de Urtasun. ¡Como está la izquierda!
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