Un PSC desubicado inicia la campaña condicionado por los planes de Sánchez
La decisión de Sánchez vuelve a dinamitar la estrategia de Illa, igual que sucedió con la ley de amnistía
Los partidos afrontan el 12-M condicionados como en ninguna otra ocasión por la política nacional
Las claves de una campaña en el aire
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Barcelona
Durante los últimos años, el independentismo ha presumido de que los avatares de la política catalana han tenido un impacto directo en el ruedo nacional. Se vio en las pasadas elecciones gallegas, por no hablar de las generales de julio y el posterior proceso ... de investidura. A la inversa, en Cataluña se sacaba pecho presumiendo de lo contrario, de ecosistema propio, casi aislado, como si se tratase de galaxias políticas alejándose una de otra. Por unos años así fue, aunque lo sucedido en las últimas horas demuestra todo lo contrario. Nunca como ahora unas elecciones en esta comunidad, las del 12 de mayo, estarán tan directamente condicionadas por lo que suceda en Madrid, concretamente con lo que comunique el presidente del Gobierno el próximo lunes.
La decisión que adopte Pedro Sánchez puede hacer saltar por los aires la campaña y todas las estrategias, tanto si opta por seguir como por precipitar otras elecciones generales. Tampoco hay coincidencia entre las fuentes políticas consultadas sobre el impacto que una cosa u otra pueda tener dentro de tres domingos. Demasiados elementos en juego. Se vive al día.
ELECCIONES POR CORREO
Por lo pronto, lo que ha generado el paso de Sánchez es un enorme desconcierto, una sorpresa mayúscula con el PSC como principal damnificado, otra vez descolocado al albur de las urgencias del presidente. Tanto por una cuestión de presencia y de planificación de la campaña –ayer la debía inaugurar en Sabadell y el domingo participaba en otro mitin en Santa Coloma– como de credibilidad, en unos comicios ante los que Salvador Illa vende precisamente seriedad, previsibildad. Lo contrario, se aseguraba, de los trucos, irresponsabilidad y jugadas audaces del independentismo, especialmente de Junts. Y ahora, de nuevo, también de Sánchez, habría que añadir.
El partido de Illa, y él mismo, tuvo que salir ayer a cerrar filas con el presidente del Gobierno y convocaba una Ejecutiva extraordinaria para mostrar su apoyo, aprobando un documento con palabras gruesas, llamando al «combate democrático» y la «resistencia colectiva». El mitin en Sabadell de arranque de campaña transcurrió en la misma línea. Prietas las filas, del mismo modo que hace meses se tuvo que hacer lo mismo, y con la mejor de las caras, para defender una ley de amnistía que Sánchez solo sacó adelante por sus necesidades parlamentarias. La misma ley para lograr la investidura que arruinaba la estrategia del PSC y enojaba a sus votantes; el 43% de ellos rechaza el perdón a Puigdemont (encuesta Ipsos, marzo 2024). El CIS daba ayer 40 escaños a Illa, difícil saber hasta donde habría escalado sin las interferencias de Sánchez. Habrá que esperar al día 12 para conocer cuál es el tamaño del boquete que Sánchez le hace al PSC. El desconcierto, en cualquier caso, es absoluto. Fuego amigo.
La sorpresa en el campo independentista es equivalente. Junts arrancó su campaña estrenando el formato de mitin-romería a Argelés (Francia), ayer con varios autocares de militantes llegados desde Reus (Tarragona). La percepción en Junts es que su verdadero objetivo el 12M, superar a ERC, está asegurado, pese a que ayer la encuesta del CIS apuntaba a una victoria (en escaños, que no en votos) más ajustada que en los sondeos previos.
De hecho, en su intervención, un Puigdemont adorado por sus adictos fue tan contundente con la coalición «junts pel no», en alusión al PP y al PSOE, como con Esquerra. Fue duro con Pedro Sánchez, al que recriminó sus aspavientos ahora cuando el independentismo, aseguró, viene sufriendo a la Justicia, policía y prensa española desde hace años. «Nosotros salimos llorados de casa», dijo.
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En el campo republicano el desconcierto es también total. «Ante las amenazas de la ultraderecha, se le debe plantar cara siempre», apuntaba ayer Pere Aragonès rechazando la posibilidad de que Sánchez se someta a una cuestión de confianza en el Congreso. La sacudida que implica la decisión de Sánchez, no obstante, en el caso de ERC no tiene por que ser negativa cuando su dinámica era claramente a la baja. De hecho, la última crisis, al conocerse que ERC engañó a los comunes a cuenta del Hard Rock, ha quedado sepultada por el protagonismo de Sánchez.
Dinámica distinta la que se respira en el PP, donde confían en un nuevo empujón que les aúpe incluso más allá de los 13 escaños que todos los sondeos les otorgan. Un crecimiento a costa de CS pero no de Vox, que aguanta. A derecha e izquierda, independentistas o no, todos pendientes de Pedro Sánchez. La campaña catalana patas arriba.
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