El Oasis catalán
Encrucijada
Lo evidente es que Carles Puigdemont debe tener una jubilación feliz.
Artículos de Miquel Porta Perales en ABC
Barcelona
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Iniciar sesiónJunts -en los orígenes la Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) fundada por Jordi Pujol en 1974- siempre ha estado en la encrucijada. Desde el principio, no se sabía si CDC era un movimiento o un partido político. Tampoco se sabía si era nacionalista o ... independentista y si bebía de las fuentes liberales, socialdemócratas o democristianas.
Hoy, 50 años después de su fundación y algunas refundaciones con nombre incluido, Junts sigue estando en la encrucijada. No sabe qué hacer. No sabe qué camino elegir. No sabe con quién deambular. A diferencia de la CDC de Jordi Pujol, que se asoció con Unió Democràtica de Catalunya (UCD) de Josep Antoni Duran i Lleida, Junts está solo y sin pareja. Una soledad política -en buena parte precipitada por los caprichos transversales de Carles Puigdemont que acabaron en un aislamiento- que podría conducir, a corto o medio plazo, a un retroceso antesala de la nada.
Descartada la conexión con una ERC de la cual nunca se ha sabido por dónde va, adónde va y para qué va; descartada también la conexión con la la CUP y los Comuns, porque el enchufe chispea y la cosa podría acabar con un cortocircuito o un incendio; descartadas estas alternativas -el PP se reserva por si acaso aparece la necesidad o una oportunidad no despreciable-, a Junts le queda el PSC-PSOE y Aliança Catalana.
Si Junts firma una alianza con el PSC-PSOE -algún paso adelante han dado en Cataluña en materia de lengua, seguridad y vivienda- se arriesga a fortalecer al PSC, a jugar el papel de monaguillo de Pedro Sánchez por un puñado de garbanzos y a ser tildado de 'botifler'. Cierto es que esta alianza neutralizaría a ERC. Y cierto es que Carles Puigdemont no brindaría por el acuerdo con una copa de cava. A Junts le urge amortizar de una vez al prófugo.
Si Junts firma un acuerdo con Aliança Catalana -la alternativa que preferiría ese diseñador de catástrofes llamado Artur Mas- corre el riesgo de la división. Por un lado, el Junts comarcal podría aceptar el pacto por dos razones: porque, obtendría alcaldías y puestos de trabajo en los ayuntamientos y en los consejos comarcales; porque, el nacionalismo del Junts comarcal rima con el de Aliança Catalana. Por otro lado, el Junts urbano difícilmente aceptaría un acuerdo que le pondría harto difícil el gobierno de las grandes y medias ciudades y de la Generalitat.
Lo evidente es que Carles Puigdemont debe tener una jubilación feliz. Y Junts no puede permitir que Aliança Catalana de el 'sorpasso'. Menuda encrucijada. Menudo laberinto.
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