El ciberpatrullaje de los Mossos permite recuperar un manuscrito que desapareció de Montserrat en 1811
Los investigadores de la unidad de patrimonio localizan en la red medio centenar de documentos, que un individuo había recopilado en mercadillos de toda España para su posterior venta
Obras de sor Juana Inés de la Cruz, piezas del Partenón... arte expoliado que regresa a casa
Barcelona
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Iniciar sesiónSe trata de una pieza teatral, escrita en verso e inspirada en la leyenda de fray Garín de Montserrat. Un anacoreta que vivía retirado en una cueva, cuando el conde Wifredo el Velloso le envió a su hija Riquilda, para que la liberase de ... una posesión diabólica. Garín, según el mito, no pudo suportar la tentación y violó y mató a la doncella. Después, angustiado por los remordimientos, confesó lo ocurrido al Papa, que le impuso andar a cuatro patas y vivir como un animal («has pecado como una bestia y como una bestia tienes que hacer penitencia»). Éste cumplió la pena hasta que, siete años más tarde, unos cazadores lo encontraron y lo llevaron al bautizo del hijo del conde, cuando volvió a pedir perdón y Riquilda resucitó.
El manuscrito que hace referencia a este mito desapareció del monasterio de Montserrat durante la Guerra de la Independencia, en 1811. Se trata de un escrito que no recoge ninguno de los repertorios bibliográficos del siglo XVII, con gran interés para la historia del teatro catalán y que los Mossos d'Esquadra han recuperado a través del ciberpatrullaje, es decir, rastreando internet en busca de piezas posiblemente expoliadas. Si, hace unos años, lo habitual era que los agentes hiciesen 'visitas' a marchantes y casas de subastas para comprobar la trazabilidad de los objetos, ahora una simple fotografía permite rastrear la red en busca de patrimonio histórico robado o desaparecido.
En esta ocasión, fue casi una casualidad. En noviembre de 2022, los investigadores localizaron en la red medio centenar de documentos históricos a la venta. Las fotografías adjuntas llamaron su atención. «Estaban muy mal conservados y su descripción nos hizo entender que podían ser de titularidad pública», ha detallado este jueves el sargento José Luis Ulloa, al mando de la unidad de patrimonio. Las pesquisas llevaron a la Policía catalana hasta el individuo que estaba tras la empresa que los ofrecía: una tapadera -no facturaba- para colocar con mayor facilidad las obras que vendía.
Y así, el pasado febrero, los investigadores realizaron una inspección al individuo y hallaron 58 documentos en su poder. Era piezas catalogadas o patrimonio de dominio público. Además del manuscrito, ya devuelto a la Abadía de Montserrat, también otros, pertenecientes a sendos archivos. Con ayuda de la Biblioteca Nacional y del Departamento de Cultura, y sus correspondientes expertos, descubrieron que el hombre atesoraba piezas «que habían desaparecido en circunstancias desconocidas», lo que se conoce como deslocalizaciones. Entre éstas, un nombramiento de notario público del Santo Oficio de la Inquisición, del archivo de Murcia; y otro similar; perteneciente al de Valladolid. También volúmenes eclesiásticos de 1564 a 1885 de las parroquias de Baeza y hasta una carta de Josep Tarradellas, de su época como presidente de la Comisión de Industrias de Guerra, que también ha sido devuelta al archivo municipal de Tarrasa (Barcelona).
Los Mossos requirieron al propietario la trazabilidad de los documentos. Todo el material provenía de la herencia de un familiar que, durante más de tres décadas, había hecho acopio de las obras, pero era una «colección atípica», ha precisado Ulloa, ya que no tenía un fondo de obra, es decir, no estaba especializado en una temática concreta. Según desveló el pariente, durante sus viajes y vacaciones por distintos puntos de España, fue adquiriendo el material. Ahora, todo «ha vuelto al lugar de donde nunca debió salir», ha señalado el sargento.
Sobre los documentos recuperados no había ninguna denuncia por desaparición o sustracción. Éstas se han formalizado solo una vez los Mossos los han recuperado. La única consecuencia para quien los atesoraba será, previsiblemente, una sanción económica por falta de cuidado en su conservación.
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