En el interior, ya no había nadie. Y en esas estaban los policías, revisando el local, cuando desde la empresa de seguridad avisaban de que tenían la grabación de las cámaras de vigilancia del momento justo en el que dos individuos entraban en el establecimiento. Se los veía con cierta claridad, así que daban su descripción y otro detalle: se iban con el botín, unas botellas de aceite.
Con la descripción de los presuntos autores del robo, los agentes realizaban una batida por la zona, en la que localizaban la presencia de dos varones que al ver a los policías intentaban eludir a los uniformados.
Pero los policías lograban interceptarlos. Eran viejos conocidos, delincuentes habituales y reincidentes en delitos contra el patrimonio. Además, llevaban encima ocho botellas de aceite, las que habían sustraído poco antes del establecimiento.
Así que eran detenidos allí mismo como presuntos autores de un delito de robo con fuerza. Tras pasar por la Comisaría eran puestos a disposición judicial, donde se decretaba su inmediato ingreso en prisión.
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