RUIDO BLANCO

La última batalla

Si el PSOE facilita la aprobación de los presupuestos autonómicos para asegurar la estabilidad en la Junta estará enseñando el regreso al centro

El secretario general del PSOE de Castilla y León, Luis Tudanca Ical

Hay muchas formas de dar batalla. Existe en el PSOE una lucha interna, a veces pública y a veces escondida en las agrupaciones y federaciones, sobre los pocos caminos de futuro que está dejando este sanchismo acosado por la corrupción, la incapacidad de gobernar y ... las incoherencias. Un partido roto en sus esencias, con una militancia con la sonrisa perdida y sumido en las contradicciones de haber elegido en los últimos años la huida hacia delante como estrategia única para mantener el poder. Los díscolos de siempre, como García Page o Lambán, llevan mucho tiempo dando la batalla de la crítica pública que escuece pero acaba haciendo callo en Ferraz sin que finalmente hayan apostado jamás por hechos que cambien las cosas. Pero la ofensiva más valiente es la que demuestra que se puede empezar desde hoy mismo a reconstruir unas siglas ahora vacías de lo que supuso definirse obrero, socialista y español.

Anunciaba, advertía o amenazaba (depende de quién escuche) Luis Tudanca que está «valorando seriamente la abstención» en la votación del próximo miércoles en las Cortes sobre el techo de gasto presentado por la Junta de Castilla y León como último hilo de vida para que Alfonso Fernández Mañueco pueda aprobar unos nuevos presupuestos tras el anunciado rechazo de Vox.

Después matizaba que exigiría reciprocidad al PP en los ayuntamientos y el Congreso de los Diputados para suavizar lo que, de producirse finalmente, sería una enmienda a la totalidad al sanchismo.

Tudanca puede en estos quizá últimos meses al frente del PSOE de Castilla y León ser por primera vez realmente útil al socialismo. Es la única batalla a su alcance después de que sus desaires a La Moncloa le hayan condenado a formar parte de la lista de incómodos que hay que purgar cuanto antes. Lo intentarán en el congreso autonómico presentando uno o dos candidatos oficialistas que contarán con el respaldo de la maquinaria del partido frente a un Tudanca que luchará desde el frío banco de los rebeldes. Pero ya sea por convicción o mera supervivencia el viraje del burgalés muestra, por primera vez en muchos años, una alternativa real. Si el PSOE facilita la aprobación de los presupuestos autonómicos para asegurar la estabilidad en la Junta y evitar que el PP necesite sustentar la gobernabilidad en Vox estará enseñando el regreso al centro responsable de un partido que ha terminado encadenado a los extremos. La vuelta (quién nos lo iba a decir) del añorado bipartidismo como base mayoritaria con un proyecto compartido de país.

El legado político de Luis Tudanca, aunque previsiblemente salga derrotado, será evidenciar la alternativa. Aunque cuidado, que las primarias y el descontento los carga el diablo.

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