RUIDO BLANCO
Desprecio
Es el sanchismo y no la derecha quien pontifica hoy aquello de la otra mejilla
Lo imposible
No hay excusas
Una de las cosas que jamás comprendí de la estrategia política es el constante desprecio por el adversario. Más aun cuando el adversario es también cada uno de sus votantes. Un discurso que podría justificarse entre los extremos pero que cuanto menos parece imprudente en ... boca de líderes de los partidos que necesitan ensanchar su electoradopara conseguir mayorías y gobernar sin atarse a los acuerdos.
Azotar al contrario excita bravamente a militantes y electorado fiel, si es que queda electorado fiel en España. Porque si para algo han servido estas décadas de democracia es para formar nuevas generaciones de ciudadanos más maduros en esto de elegir a sus representantes que son capaces de cambiar de siglas sin sentir la culpa de quien sale cabizbajo de un hostal con luces de colores. Se ha lanzado el sanchismo y el PSOE, que cada vez son menos lo mismo, al contraataque tras la rotunda derrota en las elecciones municipales y autonómicas con una desesperada campaña de esperpento del rival. Ha recuperado Pedro Sánchez la ocurrencia de la «derecha extrema y la extrema derecha» para referirse a PP y Vox. Repite seguidista Luis Tudanca llamando a evitar el «trumpismo» y comprándole una vez más la polarización de la que ya se desmarca gran parte del socialismo.
La volatilidad del voto hace del desprecio al votante del otro un grave error táctico. Dijeron los estudios demoscópicos que el crecimiento de Vox en las últimas citas electorales ha venido sobre todo del PP, pero también del derrumbe de Ciudadanos y hasta de Podemos. Hay obreros, funcionarios e inmigrantes (antigua izquierda) que ahora son ola reaccionaria. Señaló el CIS en 2019 que el 11,25 de los votantes de Vox llegaron de Podemos y sus confluencias. En este escenario (con 1,5 millones de votos) es ingenuidad y soberbia seguir en el empeño en situar a Vox en los márgenes. Igual sucedió cuando caricaturizaban al seguidor de Ciudadanos. Insultan a quien después piden el voto. No para ganarle con propuestas si no para sumarle a una delirante lucha salvapatrias contra sí mismos. Es el sanchismo y no la derecha quien pontifica hoy aquello de la otra mejilla.