por mi vereda

A golpe de impulso

Un gobernante serio no puede caer en ese efectismo político. Un gobernante recto tiene que reunirse con todas las partes y escuchar

El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo Ical

Uno de los grandes cánceres de la política es la visión cortoplacista, la negativa a atajar los males de raíz, el análisis superficial de la realidad. Vox ha ido creciendo sobre el argumento de perder ciertos complejos. En Castilla y León, con poco más de ... un año en el poder, venimos asistiendo a una numerosa ristra de marrones protagonizados sobre todo por el vicepresidente, Juan García-Gallardo, en una mezcla de bisoñez, ímpetu y deficiente comunicación. El último capítulo de tal rosario de errores se ha producido por la tuberculosis bovina, una polémica a medio camino entre la ilegalidad y la demagogia, entre la bravuconada y la utilización de la desesperación de los ganaderos salmantinos en un año crítico para el campo.

Porque asegurar por activa y por pasiva que se van a flexibilizar los saneamientos pecuarios y, días antes de unas elecciones, plasmarlo en una resolución oficial que contraviene la normativa nacional y europea, es decirles a los ganaderos lo que quieren oír, aun cuando no exista margen real para llevarlo a la práctica. Un gobernante serio no puede caer en ese efectismo político. Un gobernante recto tiene que reunirse con todas las partes y escuchar, sin salirse por la tangente con soluciones facilonas que vulneran la normativa. Un gobernante con talla no permite que se acose a un funcionario de la Administración, veterinario, por hacer bien su trabajo y cumplir la ley. Y lo más importante, un gobernante inteligente realiza primero el diagnóstico de la situación, con un dictamen riguroso por parte de los técnicos, y a partir de ahí decide qué pasos dar.

Tanto ganaderos como ciudadanos quieren soluciones, no fuegos de artificio. Si Salamanca presenta una prevalencia de tuberculosis bovina del 4,47 por ciento –cinco puntos más en la comarca de Vitigudino-, más del doble de la media de la comunidad autónoma, donde Burgos, León y Valladolid ya están libres de la enfermedad, conviene detenerse a estudiar las causas. Una de ellas es conocida: la notable expansión de la fauna silvestre, puesto que el jabalí, el zorro, el corzo y el tejón son reservorios claros de la tuberculosis. Habrá por tanto que controlar su población, como está haciendo Alemania con el puerco montés –portador de peste porcina africana- en su frontera con Polonia. Batidas y más batidas. Los expertos consideran una prioridad proteger al ganado de estas especies silvestres mediante vallados de seguridad en lugares donde abrevan, por ejemplo, para prevenir contagios. Cuestión de manejo. Además, es preciso mejorar un sistema de saneamiento con carencias: desde positivos en la dehesa luego no ratificados en matadero –por ello, falsos- que condenan a toda una explotación, a las condiciones de trabajo de los veterinarios que realizan las campañas, contratados en esta región por una todopoderosa empresa de servicios. Se agradece la buena voluntad, pero los cambios han de plantearse con base científica, sensatez y aplomo. Nunca a golpe de impulso. Los experimentos, en casa, con gaseosa.

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