Así en los bares como en las urnas
A Feijóo, después de pinchar en hueso, que más que hueso es cartílago electoral, todo lo que le queda es dar putivueltas, que son esas vueltas que se dan sin ninguna finalidad
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Iniciar sesiónHay noches que no apetece salir y al final se termina de juerga por compromiso con los amigos, y otras con uno mismo. La noche es vocacional, más incluso que el sacerdocio. Tengo algún compañero que nunca se ha quitado, hizo los votos a los ... quince y sigue media vida después entregado los jueves, los viernes, los sábados y algún domingo, como si lo anterior y toda una añada de Seagrams le hubiese sabido a poco. Con la política ocurre igual, corre el riesgo uno de no quitarse a tiempo.
A Feijóo le pasó. Podía haberse retirado tras cuatro mayorías absolutas en Galicia, pero el cuerpo le pide más. Le exige una última tarde de gloria, como esos toreros que prefieren desangrarse en la arena que irse sin abrir una última vez la Puerta Grande en las Ventas. Es o todo o muerte, como Juncal. Por eso se fue a Madrid. Cogió la A6, un pulpo como animal de compañía y la mejor de las historias de miedo –mejor incluso que las gallegas de la Santa Compaña– que es el sanchismo, sin entender que en Madrid hace falta algo más: una historia nueva cada día, una estrategia y caer de pie. Llegó Feijóó con una empanada de zamburiñas y resulta que la capital es una merienda de negros. O de diputados, para ser exactos. A diferencia del boxeo, la política que nos hemos dado para esta década es un oficio de golpes bajos y precisamente lo que se penaliza es cualquier golpe que caiga por encima de la cintura y les deje como caballeros.
A Feijóo, después de pinchar en hueso, que más que hueso es cartílago electoral, todo lo que le queda es dar putivueltas, que son esas vueltas que se dan sin ninguna finalidad –porque tampoco puede hacer más, pero con la íntima esperanza de que alguien diga que sí: el PNV, UPN, Coalición Canaria o cualquiera que le quiera escuchar. Por eso despliega Feijóo el plumaje de ganador para dejarse ver, pero como ha ganado con minoría absoluta más parece un faisán desplumado que un candidato viable para gobernar. Y lo sería si al PSOE le quedase algo de sentido de Estado y entendiese que es mejor hacer presidente a tu rival, que vicepresidentes a todos los que quieren a España humillada aprovechando la suerte de la democracia.
La política, aunque todos los columnistas que se dedican a pontificar en vez de a escribir hablen de una ciencia complejísima, se basa en algo mucho más elemental, carente de escrúpulos, como entendió Pedro Sánchez hace años y cualquiera que haya salido las mil y una noches: no desprecies a las doce, lo que desearías a las dos y por lo que suplicarías a las seis… Así en los bares como en las urnas.
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