No hay alternativa
Lo que preocupa es Feijóo, que no iba a negociar con los enemigos de España pero se sentó rápidamente con el PNV
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Iniciar sesiónY no es esta una afirmación catastrofista, sino matemática. De primero de primaria, elemental, cuando la profesora decía aquello de «no se pueden sumar peras con manzanas». La política española es tan sencilla como eso, un asunto de párvulos. Aquí cada uno cuenta con sus ... votos, menos Pedro Sánchez que con todos hace una macedonia electoral. Porque al presidente le da lo mismo los diputados que pierda el PSOE mientras los independentistas y los nacionalistas tengan suficientes para permitirle gobernar. Pero no preocupa Pedro Sánchez, que quizá a estas alturas y después de seis años sea el único que dice la verdad: al menos con sus actos. Nadie dice la verdad en un programa electoral, eso ya lo sabe el que vota. El programa se escribe sólo porque algo hay que darle al afiliado. Pedro, después de todo lo hecho la legislatura anterior, reforma del delito de sedición y la rebaja de las penas por malversación incluidas, dejó cristalinas sus intenciones.
Lo que preocupa es Feijóo que no iba a negociar con los enemigos de España, pero se sentó rápidamente con el PNV, que por lo visto cree en la igualdad entre españoles sin que nadie se hubiese dado cuenta desde Sabino Arana hasta ahora. No hay alternativa porque el PP no ha entendido que hay más dignidad en no poder gobernar que en tratar de formar un engendro electoral con los socios del PSOE.
Y como no hay alternativa posible, convendría empezar a construirla, porque llegará una repetición de elecciones antes que después. Feijóo tiene en este momento cara de liebre deslumbrada por los resultados de un julio del que hace ya una vida. O es capaz de entender lo que los españoles esperan del PP o los españoles dejaran de esperar nada de su partido. Tampoco que gobierne. Tal vez sea tan sencillo como volver a hablar de lo que le preocupa a la gente, que no es la agenda que le marca la izquierda al PP, tan sólo de las necesidades que tiene la clase media de este país. Cosas como que le ocupen las viviendas al personal, por aquello de la propiedad privada, que los españoles hemos dejado de ser iguales ante la ley, que les abrasan a impuestos –empezando por los autónomos– y esa sensación creciente de que poder freír un huevo en aceite de oliva será un lujo sólo al alcance de un restaurante con estrella Michelin. De tener una idea propia de España ni hablamos.
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