El fantasma de don Juan de Acuña que vaga eternamente

El castillo fue construido bajo su dirección y la de su esposa, Teresa Enríquez, sobre una fortaleza anterior: los baluartes renacentistas siempre se yerguen sobre los esqueletos moribundos de las guerras de la reconquista de nuestros antepasados, habitados por las energías de antaño.

Conocido también como Castillo de Coyanza, fue símbolo de poder de la familia Acuña y Portugal. Y durante dicho asedio, en 1475, don Juan de Acuña murió de manera trágica al caer –o ser arrojado, según algunas versiones– al vacío. La caída de don Juan no fue un accidente, aseguran los lugareños, sino un asesinato, y testimonian apariciones, ruidos inexplicables y sombras en la ventana desde la que cayó a plomo. Alcaide de las Torres y Puertas de León, desde la llegada al trono de Enrique IV en 1454, don Juan había sido uno de los pocos nobles que, según Enríquez del Castillo en su 'Crónica del rey don Enrique el cuarto', «jamás hicieron mudanza». A principios del año 1464, junto con los condes de Luna y Benavente, don Juan había suscrito un pacto de seguridad recíproca: los intereses patrimoniales de las grandes casas predominarían siempre sobre los del reino. Sí, hay una resignación tenaz y victimaria en este fantasma, como si creyese que en él descansa la verdad revelada de la crueldad humana, del mundo.

Noticia Relacionada

El susurro de los templarios y la dama blanca

David Felipe Arranz

Son muchos los testimonios que hablan de apariciones en la fortaleza templaria de Ponferrada: multitud de encierros y ejecuciones entre sus muros han dejado un rastro legendario único en España

La sombra lenta que se mueve por cuenta propia y a la que impulsa la energía de la fortaleza con su imponente estructura gótica, sigue guardando los secretos de los Acuña. Tras la muerte de don Juan, el castillo pasó a manos de su hija María de Portugal y Enríquez, quien se casó con Martín Vázquez de Acuña, perpetuando el linaje. Su esposa, Teresa Enríquez, la 'Dama de la Caridad', fue célebre por su devoción religiosa y sus obras caritativas y, tras la muerte de su esposo, continuó viviendo en el castillo. Teresa, como matriarca, contribuyó a consolidar la imagen, el estatus de la familia y, como viuda, administró las tierras y propiedades del señorío de Valencia de Don Juan y supervisó los recursos del castillo. Su influencia espiritual se reflejó en la vida cotidiana de la fortaleza, lugar de celebración también de actividades sociales y religiosas.

Pero si indagamos un poco más, encontramos al fin que su alevoso asesinato fue relatado por el cronista Hernando del Pulgar en 'Claros varones de Castilla': don Juan, antes de caer desde aquella altura, había sido apuñalado por su cuñado Juan de Robles, señor de Villarmentero y marido de María, su media hermana. El título y la dignidad de ducado se extinguió con su persona, y no tuvo continuidad entre sus sucesores. Fue enterrado, junto con sus padres y abuelos, en la capilla mayor del monasterio de Santo Domingo de la villa. Normal nos parece que se niegue a descansar en paz.