Fantasmas y castillos (XI)
El susurro de los templarios y la dama blanca
Son muchos los testimonios que hablan de apariciones en la fortaleza templaria de Ponferrada: multitud de encierros y ejecuciones entre sus muros han dejado un rastro legendario único en España
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David Felipe Arranz
Valladolid
En el corazón del Bierzo, donde el Camino de Santiago abraza la piedra milenaria, se alza el Castillo de Ponferrada, una fortaleza templaria que guarda, entre sus almenas, más que ecos de cruzadas y espadas. Aquí, el tiempo parece detenido y las sombras susurran historias ... de caballeros, damas y secretos que se niegan a descansar. Este no es un castillo cualquiera: es un umbral entre lo tangible y lo espectral.
Las murallas del castillo, erigidas en el siglo XII, exhalan un aura de misterio. La Orden del Temple, los monjes-soldados de capa blanca y cruz roja, dejó en Ponferrada un legado tan enigmático como su trágica disolución. Y es precisamente en esa herida histórica -la persecución de los templarios en 1312, sus tesoros ocultos y sus rituales prohibidos- donde germinan las leyendas, como la del caballero templario, un espectro que custodia las almenas y la Torre de los Caracoles. Testigos hablan de pasos pesados resonando en la piedra, de tintineo de cadenas en corredores desiertos, de un frío súbito que eriza la piel en la Sala de Armas, donde reposan las reliquias templarias de estos centinelas eternos.
En la antigua capilla del castillo, el aire parece vibrar con ecos de otro tiempo. Aquí, los templarios entonaban sus oraciones y aquí aún resuenan cánticos gregorianos en la oscuridad. Pero no solo los caballeros rondan la fortaleza. En los patios y la Torre del Homenaje, una dama blanca aparece como un suspiro en la noche. Tras la caída de los templarios, el bastión pasó a manos de la nobleza, lo que desató intrigas entre familias poderosas como los Osorio y los Castro. En el siglo XIV, el castillo fue escenario de conflictos entre nobles locales y la Corona, especialmente durante el reinado de Alfonso XI. Los señores feudales buscaban consolidar su dominio sobre el Bierzo, como Pedro Fernández de Castro, nombrado señor del castillo en 1340. Su ambición chocó con la de otros rivales, con el consiguiente rosario de traiciones, pactos secretos, enfrentamientos armados, asesinatos y ejecuciones. La dama blanca, vinculada a la familia Castro, acaso mantuvo unos amoríos prohibidos que terminaron en forma de suicidio, asesinato o tal vez en un encierro a perpetuidad. La Torre del homenaje era, de hecho, el lugar habitual de reclusión para mujeres de alta cuna deshonradas. Los aromas florales que a veces impregnan el aire, sin flores a la vista, y las sensaciones de tristeza que embargan a los visitantes en la torre alimentan la leyenda.
Voces, rostros y damas de blanco en la fortaleza de Buen Amor
David Felipe ArranzLa relación prohibida entre Alonso de Fonseca y Quijada, obispo de Ávila, y la dama Teresa de las Cuevas ha tenido continuidad: sus espíritus aún vagan al encuentro por la fortaleza
Uno de los episodios más oscuros ocurrió durante las guerras civiles castellanas, especialmente en el reinado de Pedro I el Cruel (1350-1369) y la posterior lucha entre Trastámaras y sus rivales. El castillo sirvió como lugar de reclusión para nobles caídos en desgracia, algunos de los cuales fueron ejecutados o murieron en cautiverio y acaso los lamentos de los cautivos hayan viajado más allá del tiempo. En el siglo XV, durante el reinado de Juan II de Castilla, la fortaleza también fue escenario de intrigas entre los partidarios de los infantes de Aragón y los nobles leales a la Corona. Algunos prisioneros, posiblemente clérigos o caballeros, fueron retenidos en la torre, donde se dice que aún resuenan sus lamentos. El Castillo de Ponferrada no es solo un museo de piedra y memoria: es un escenario donde lo paranormal y lo histórico se entrelazan. En el Bierzo, donde las leyendas celtas se funden con las cristianas, el castillo es más que un monumento: es un testigo de siglos de gloria y tragedia. Recordemos que el pasado no muere, solo duerme. Y en este recinto, parece que nunca duerme del todo.
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