vía pulchritudinis
Arañas
Ahora pienso en perros y gatos encerrados en pisos sin espacio para vivir como merecen y me atrevo a pedir una ley que nos obligue como humanos a vivir con ellos en el monte
De pequeños, en el pueblo, cogimos dos arañas de tal tamaño que serían dignas protagonistas de uno de esos documentales que presenta David Attenborough. Las bautizamos con los nada cristianos nombres de La Española y Mermelada de Fresa a razón de los botes de aceitunas ... y mermelada donde las encerramos. Cazábamos moscas para que comieran aunque vista su voracidad y lo poco que duraron quizá hubieran preferido un bocadillo de panceta.
Aquella batallita que siempre rememorábamos se ha convertido en la prueba de cargo definitiva para condenarnos de por vida. Y es que ahora que lo pienso, encerramos a La Española y a Mermelada en dos botes que indudablemente eran bien distintos a su hábitat en la panera de mis padres. Por si esto fuera poco, las sometimos a una dieta carnívora sin preocuparnos de si eran veganas o crudívoras. En el culmen de la desfatachez, limitamos su libertad aislándolas y privándolas del ejercicio de sus apetencias carnales o, mejor dicho, vegetales como supongo que se dirá ahora. No es que me importe acabar en la cárcel, hay delitos que no comprendo y, además, confío en que alguien eliminará el tipo del Código Penal a cambio de mi voto en la comunidad de vecinos para que pongan en el portal los apliques que les parezca.
Ahora pienso en perros y gatos encerrados en pisos sin espacio para vivir como merecen y me atrevo a pedir una ley que nos obligue como humanos a vivir con ellos en el monte, las calles o los cubos de basura donde realmente ellos se encuentran a gusto y libres. También pienso en los leones del Serengueti a los que nadie informa que hay más dietas que las basadas en gacelas. Las elefantas que dirigen sus manadas también me hacen pensar en sus posibilidades para transitar a modelos distintos al heteromatriarcal y que, por fin, puedan correr libres sin preocuparse de esos pequeños Dumbos de los que cuidan sin tiempo para crear contenidos para Tik Tok. Se me olvidó decirles que el otro día pensé en La Española y Mermelada porque alguien me dijo que si no entendía que los animales son iguales en derechos a los humanos era tan racista como Pieter Botha defendiendo el Apartheid. Enseguida pensé en aquellas arañas a las que nunca obligamos a pagar impuestos, comer tofu o hacer declaraciones sobre su intimidad que, al parecer, son las obligaciones que ahora tenemos todos aquellos que nos creemos con derechos.