El chocolate de las monjas rebeldes de Burgos: 50 euros los 400 gramos y servido en restaurantes Michelin

Pero no es la primera vez que estas monjas están en el objetivo. Eso sí, por motivos bien distintos. Ya eran conocidas, pero por su buena mano con los dulces. En concreto, con el chocolate y unas trufas que han conquistado los más exigentes paladares. Tanto que hasta están en la carta de restaurantes con estrella Michelin.

Asesoradas por el maestro Paco Torreblanca, trufas, rocas, 'cerillas', palitos, tabletas y hasta sin azúcar forman parte del delicioso repertorio de estas monjas que 'salen' de la clausura a través de las redes sociales. Tienen página web, perfiles en Instagram o Facebook, donde comparten su buen hacer con el chocolate y una sonrisa que no se les quita de la cara.

Venden por internet y ofrecen detalles personalizados con cuidadas cajas de trufas a más de tres euros tres unidades. La mejor materia prima, la base de su hacer, acompasada de las risueñas monjas que presentan su cenobio como 'Un ambiente de paz, espiritualidad y trascendencia. Viviendo el evangelio como san Francisco y Santa Clara de Asís desde 1358'.

No sólo on-line franquean las verjas de su clausura en tierras burgalesas limitando con La Rioja. Sus reputados dulces de 'El obrador milagroso' se mostraron al mundo a través de Madrid Fusion, donde fueron invitadas en 2020 de las manos de sor Sion, sor Myriam y sor Israel, tres de las monjas de una congregación en la que muchas son jóvenes, aunque también hay mayores tras el torno.

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Sor Isabel de la Trinidad es la abadesa de este cenobio dedicado a Nuestra Señora de Bretonera que se «autofinancia» a través de su obrador de chocolates y su huerta ecológica. Acelgas, puerros, berenjenas, pimientos, tomates, cebollas que cultivan y venden también a través de las redes las monjas de un convento que si a principios de la década de los 90 del pasado siglo estuvo a punto de apagarse, logró repuntar con la llegada de cuatro contemplativas de la también localidad burgalesa de Lerma.

Hoy son 16 las religiosas que habitan tras los muros de esta congragación en Belorado de austero hábito que hunde sus raíces en el siglo XIV.