desde la raya
La dignidad del pueblo
La vida de la gente de la Sierra de La Culebra vale mucho más que los 160.000 euros del ala del concierto de la desbandada
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Iniciar sesiónPerdieron casi todo en los devastadores incendios del pasado verano: vidas, casas, naves, vehículos, ganado, colmenas. Perdieron su paisaje, la memoria, el escenario de los recuerdos. Pero la dignidad, el orgullo de la gente de la Sierra de La Culebra, que es mi ... gente, no está en venta, permanece intacta.
Ha pasado casi un año desde aquellos días malditos de tormentas, tremenda sequía e imperdonable falta de previsión. Un combinado que arrasó con la mayor reserva de caza de España, con el turismo rural y de observación; con la tranquila vida de los agricultores y ganaderos que se ganaban el pan en una de las zonas más hermosas del país, rayana con Portugal y con la verde Sanabria, en el corazón de Aliste, una de las comarcas más afectadas por la despoblación y el envejecimiento, pero tan preciosa. Es la condena de una tierra, la mía, a la que siempre le caen los palos del mismo lado.
En aquellos días vinieron las autoridades, los representantes de pa acá y de pa allá, haciendo política con el dolor de las personas, a fuego vivo.
Nadie ha pedido aún perdón, nadie se movió de su asiento, de su consejería. Y no es que el fuego tenga color político -también arde Asturias, gobernada por el PSOE-, pero la responsabilidad de no prever, de no reaccionar, sí tiene signo: el del que gobierne en cada palmo calcinado. Y aquí es el PP con la muleta de VOX. Nada personal.
Para paliar tanto desastre, la Junta de Castilla y León prometió un concierto benéfico que resultó no ser benéfico, que costaba un pastizal sin recaudar un euro y del que inmediatamente se descolgó el grupo zamorano Markfeel (orgullo de vosotros), al que siguieron la banda de rock vallisoletana Naïa, el grupo de pop-rock asturiano Marlon y, finalmente, Fangoria. Al vicepresidente Juan García-Gallardo lo mandaron, literalmente, con la música a otra parte. Una música que destilaba cierto tufo a la «caridad» y la leche en polvo que llegaba a Sanabria cuando la gran catástrofe de Ribadelago. Tampoco hubo culpables, tampoco se pidió jamás perdón.
Lo perdieron todo. Pero la dignidad del pueblo, la vida de la gente de la Sierra de La Culebra, vale mucho más que los 160.000 euros del ala del concierto de la desbandada, ese concierto benéfico-no benéfico que nunca fue. Bravos.
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